31 de agosto de 2009

David Bowie - Low (1977)

Fotos cortesía de Don Rodrigo Pizarro

"Blue blue electric blue, that's the colour of my room where I will live"

low film  416 cp

David Bowie fue el primero que me hizo sentir como un rock star. Fue él quien me hizo creer en mi más solitaria intimidad que podía ser alguien distinto, alguien 'mejor', pero también más sintónico con mi muy camuflado y resguardado mundo interior. En un ritual que me resultaba imposible perder, solo, los fines de semana por la noche, mientras soñaba que me subía a un escenario y miles de fans coreaban mis canciones, me encerraba en mi pieza y colocaba con religiosa rigurosidad los 4 cassettes del inglés que tenía mi hermano mayor en su colección (Changesbowie 1 & 2, Ziggy Stardust y Space Oddity) en mi radiocassetera Toshiba que había recibido como regalo de cumpleaños a los 9 años. Cantaba y cantaba y cantaba y hacía poses con el atril de micrófono que había sacado sigilosamente de la pieza de mi hermano, mientras él salía a vivir la vida nocturna que yo deseaba. Tenía 12 años.

Lo que más me carga de estos shows busca “talentos” que salen hoy en la tele es que su espíritu es destructivo, es mostrar cómo el jurado acribilla a los participantes y endiosa a meros reproductores de estándares culturales estériles. La esencia de la música popular es creativa, aspiracional, imperfecta, en cierto sentido adolescente ya que busca encauzar un torrente de caos hormonal hacia un mar que consideremos propio. Es pensar en un mundo paralelo donde podemos cambiar nuestras vidas, estar felices, poderosos, populares. Es creer que en algún lugar podemos ser esos seres sobrenaturales que escuchamos en los discos, vemos en las películas y la tele; estar convencidos que es posible cambiar nuestra sociedad, al ser hipnotizados melodiosamente por ese chamán que se sube al escenario; o navegar a oscuras en dirección a nuestras raíces: es en esencia conectarnos con un plano existencial que nos trascienda. Qué importa el que de verdad lleguemos a ser uno de estos seres de otro planeta (y lo son), lo importante es saber que de alguna u otra forma siempre lo somos a nuestra propia manera.

low film  417 CP

Low fue el primer disco que compré de Bowie por mi cuenta, o que pedí por mi cuenta a decir verdad, ya que fue un regalo de Navidad. Debo confesar con vergüenza que además logré convencer a mi hermano chico para que pidiera "Heroes" (1977) por su lado y así poder escuchar los dos discos al mismo tiempo... estamos hablando de la época en la cual mi hermano aún medía menos de 1.20 mts, por lo que fue descaradamente un aprovechamiento... no sería la primera ni la última, aunque él fue quien inventó haber encontrado una moneda fenicia en el patio de la casa, así que estamos a mano... ¿o no? Conocía del disco la canción Sound & Vision (una de mis favoritas de toda la vida) que expresa en cuajada síntesis los temas principales del disco: un enclaustramiento físico y emocional, un deseo de expresión que lucha por salir, y esperanza en silencio que el recogimiento traerá la paz buscada. Todo cruzado por una tensión constante de verse al borde del abismo de la sanidad mental. ¿Quebraré vidrios en mi pieza nuevamente? ¿Seguiré estrellándome en el mismo auto? ¿Llegará el regalo del sonido y la visión? La velocidad de la vida en cámara lenta.

Con Low comienza lo que muchos han llamado la Trilogía de Berlín. Este nombre es equívoco ya que este disco fue grabado en su mayoría en una mansión en Suiza que alguna vez alojó a Chopin y George Eliot. Sólo el segundo de esta trilogía, "Heroes" (1977) fue grabado íntegramente en Berlín, y el tercero Lodger (1979) fue grabado casi todo en Nueva York. Lo que sí puede convertir a estos tres discos en una trilogía, es que en ellos trabajó cercanamente con Brian Eno (aunque no les produjo los discos como erróneamente lo creen muchos, esa labor recayó en el gran Tony Visconti, productor de T.Rex, Sparks, Thin Lizzy y Rita Mitsouko, entre otros) y pudieron entre ambos crear un nuevo lenguaje para el rock que nutriría la obra de muchos durante los próximos 30 años o más. Herederos directos de este disco y el siguiente, podemos contar a Joy Division, New Order, Gary Numan, The Cure, Ultravox, Japan, el Lennon (y Ono) de Double Fantasy, etc, etc, etc. Si el punk, gruesamente contemporáneo a este disco, fue una renovación de la energía del rock luego del período de aburguesamiento que fue el breve reinado del prog (entiéndase sus peores excesos, hay grandes y revolucionarios discos prog), Low fue parte importante de la renovación de las ideas del rock en aquella época. Se podía ser pretencioso e inevitable al mismo tiempo.

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El otro sentido en el cual se puede considerar a estos discos como una trilogía es que son el producto consciente de un Bowie que se encontraba casi desahuciado por las drogas y el alcohol luego de una larga temporada en USA y que necesitaba sí o sí un giro nuevo a su vida y carrera. En USA había cosechado enormes éxitos con sus discos Young Americans (1975) y Station to Station (1976), pero cayó en una espiral autodestructiva que lo hace huir al continente europeo, primero a Suiza y luego a Berlín, para sumergirse en una vida de anonimato y desintoxicación junto a su amigo Iggy Pop. No olvidemos que el título Low se refiere no solamente a estar "bajo" o deprimido sino que hace un juego con la carátula del disco donde Bowie aparece de perfil, es decir el título completo sería Low Profile, o bajo perfil. Es un período de tremenda fecundidad personal y creativa para este par de amigos, y de una incerteza profesional que paradójicamente les dio la libertad de llevar sus visiones creativas hasta las últimas consecuencias: tanto en sus vidas privadas como profesionales ya no tenían nada que perder. Para que se hagan una idea: dentro del espacio de 1 año Bowie publicó dos discos bajo su nombre, ambos clásicos, y co-compuso (casi toda la música) los discos "The Idiot" y "Lust for Life" de Iggy Pop, ambos también de 1977.

Al ser el primero de este trío, Low es el más contemplativo, el con menos energía aparente, sin duda el con un subtexto más triste. La base sigue siendo un poco funky en el primer lado, como en sus dos discos predecesores, pero ahora reprocesado con el krautrock de la época, más robot, más frío. En el tema A New Career In A New Town, por ejemplo, se puede escuchar una armónica llevando la línea melódica, pero no suena nada a blues, sino más parecido a lo que podría haberse escuchado en la radio AM de esos años, o también a esas melodías de juegos de consola de principios de los 90, pero realmente tristes y sin ser cebolla. Sin embargo, lo realmente radical para la época, viniendo de alguien que era tan popular en ese entonces, y quien definió de muchas maneras la primera mitad de los 70 (y definiría los próximos años con este disco), es que el segundo lado se compone exclusivamente de temas instrumentales, lentos, o a medio tempo, casi ambientales y de una profunda congoja existencial. El tema Warszawa (Varsovia) tuvo el suficiente impacto en Ian Curtis para que le pusiera el título como nombre a la banda que luego sería Joy Division. Para mi el escuchar Low es descender desde los devaneos de un hombre en crisis existencial hacia un estado neofetal, donde la sanación sólo es posible a través del mantener en silencio el habla.

low film Black

Aún cuando el disco puede parecer medio deprimente no lo considero así. Sí, sin duda es triste pero tiene la claridad suficiente en sus texturas y arreglos como para darle la liviandad necesaria para no ser asfixiante. Por sobre todo existe una búsqueda de belleza estructural, trata de crear un lenguaje nuevo para la música que Bowie llevaba casi dos décadas desarrollando. Por lo que cuenta tanto Bowie como Eno en diversas entrevistas, la grabación del disco fue un período de mucha riqueza creativa, llena de experimentación y momentos de epifanía, de apertura de distintos caminos que podían explorar a futuro. Lo extraño también es que fue un proceso de grabación relativamente corto, en parte porque el afiate de su banda lo permitía y en parte porque muchas veces se tomaron decisiones bastante arbitrarias; como el decir "esta canción tendrá dos partes y cada una durará exactamenta 1min 23s" o decidir que sólo se haría una toma. Creo que es por lo menos intrigante que de un proceso lleno de limitantes haya salido algo que suena tan refrescante en su transparencia emocional. Ya vendría "Heroes", otra piedra fundamental de la música popular de los últimos 35 años, pero que vuelve a preocupaciones más externas en el mundo de Bowie e Eno.

Bowie Low Inner Label

Low fue de los primeros discos que compré en vinilo hace 5 años atrás, sin duda porque era de los que estaban más arriba en mi lista de discos deseados. Lo encontré una lluviosa tarde de invierno, recién pagado en mi pega de aquel entonces con una sensación de desasosiego como diría Pessoa, y errando por mis locales conocidos, entré en una tienda en Providencia donde se caracterizan por ser ladrones (¿una más?) pero que extrañamente tenía este y otros cuatro más de Bowie a un precio más que razonable, barato incluso. Me acuerdo por sobre todo la impresión que me causó el ver la carátula en su tamaño original, lo rara que se veía la cara de Bowie, plana y recortada en contra de ese fondo naranja, como de explosión; lo colorida e irritante que parecía en contraste con la tarde apagada, húmeda, ominosa en su quietud, como esperando una tormenta y que esa cara de perfil fuera el hombre del tiempo que la anunciaba. De la cara emanaba una furia gris, una tristeza apenas contenida, expelida hacia el que quisiera escuchar el murmullo de penas. Bello, muy bello y justo lo que necesitaba.







27 de agosto de 2009

Tricky - Nearly God (1996)

"Dreamed of ringing voices, and you promised me poems"

Tricky Rola 2


Esta entrada la escribo luego de asistir el sábado pasado (22 de agosto de 2009) al concierto que realizó Tricky en Santiago de Chile. Iba con pocas expectativas ya que sus últimos discos no los había escuchado mucho, en parte porque no me engancharon el par de veces que los escuché y en parte porque, habiendo sido parte importante de mi mundo musical diez años atrás, en algún punto tomé una bifurcación que me alejó de este oriundo de Bristol. El concierto del sábado me hizo reevaluar mi relación con su música y tratar de adentrarme en su propuesta actual con la mente refrescada luego de verlo en vivo. Para los que no fueron al concierto un resumen de este: un viaje hacia el corazón del improv dub, con un mapa hecho de hardcore y una cantante soul de compañera. Ah, también un paseo en cancha y un As de Picas en el escenario.

Este es el segundo disco que publicó Tricky, aunque él no lo considera completamente propio (razón por la cual se llama simplemente Nearly God), ya que involucra colaboraciones con distintos músicos entre los que se cuentan gente tan notable como Terry Hall (ex Specials), Björk (algo tenían por la época), Alison Moyet (ex Yazoo) y Neneh Cherry (ex "sale hasta en la sopa con su canción Woman durante los 90s"), además de la que era su compañera fiel en esos tiempos, Martina Topley Bird. Todos ellos aportan sus voces a distintos canciones aunque como la dirección es de Tricky se puede hablar de una 'coherencia' estilística dentro de este disco que es netamente Trickiana, razón por la cual para mí sí es un disco de él (como lo testifico en el título de esta entrada). Mucho sampleo, contraste entre el murmullo carraspeado de Tricky con las voces dulces y/o dramáticas de sus acompañantes, ritmos insistentes y quebrados, un sonido denso pero con relativa poca instrumentación. "Una colección brillante de demos" la llamó él en una entrevista de la época y, aunque tiene un cierto punto, no por eso deja de ser un disco notable en su capacidad de transmitir desesperanza en su tristeza máxima pero a veces mostrando una puerta media abierta hacia un lugar menos sombrío.

Tricky Rola

Como mucha otra gente que vivía una existencia protegida y semi de claustro a mediados de los 90, conocí a Tricky al ver unos videos suyos en MTV (cuando todavía era un canal de música). Estos eran del primer disco, Maxinquaye (1994), específicamente los temas "Hell is Round the Corner" y "Overcome" (que usa las mismas letras que Karma Coma de Massive Attack, ya que son de Tricky). Me intrigaron mucho al inicio por su sonido que iba en contra de lo que me cargaba en esa época, vale decir el grunge. Era música basada en grooves y ritmos más que en riffs de guitarras. También me llamó la atención por ser de lo que malamente se llama "trip hop" que es, simplificando con alevosía, como un hip hop pero desacelerado porque todos los que lo crearon eran grandes fumadores de marihuana (es la droga preferida, según un reportaje de la revista UNCUT en el sur-oeste del Reino Unido, donde se ubica Bristol). En esos años era la música de moda de la gente "cool", de esa que va a bares lounge y son arquitectos con mac (ver www.sesienterubio.com), pero también lo era de seres un poco más deprimidos, angustiados, inadaptados y que querían ser como los cool (o sea, yo). Esta era música que iba al callo de esa sensación de dislocación soterrada y silenciosa que sentía esos últimos años del colegio.

Cuando compré Maxinquaye se transformó rápidamente en el CD que más escuché por meses, por lo que cuando supe que había salido este segundo disco no podía esperar a que llegara a Chile (acuérdense que todavía internet era lentísima y era difícil bajar discos enteros y tampoco había youtube) y creo haber sido el que compró la primera copia en la desparecida Billboard de Providencia. A la primera escucha me desilusionó bastante, ya que lo encontré inacabado, fragmentado, áspero, con aires de vivir en las últimas horas de la noche en el bajón de una borrachera; en contraposición a la melancolía suave y narcótica del disco anterior. Por unos días lo tomé como una afronta personal, cómo era posible que este tipo haya osado cambiar la fórmula mágica, casi como que la hubiera perdido. Pero como para mí no era ninguna gracia el perder plata en un disco que no me había gustado (ahora en la era del download es tan fácil descartar un disco por lo más mínimo) me forcé a escucharlo hasta que me gustara. Tan difícil no fue menos mal.

Claro que es más áspero. Claro que es más fragmentado e inacabado. Lo que no había escuchado al principio es que esa es precisamente la gracia del disco. Como conjunto de temas que fueron trabajados por separado con personas distintas en tiempos distintos necesariamente iba a sonar así. Se escucha como un tipo que luego de haber sido atiborrado de aplausos por los críticos con su disco anterior, se siente aplastado por la atención y repta por el suelo buscando esa salida por donde poder seguir su propio camino. Si bien siempre ha obrado de ventrílocuo con voces femeninas aquí lo lleva su máxima expresión, con el abanico que le otorga voces tan disímiles como Alison Moyet, Björk y Neneh Cherry. Su primer disco es el resultado de un largo aprendizaje junto al colectivo bristoliano Wild Bunch (de donde saldría Massive Attack además) razón por la cual se escucha como un producto tan acabado. Este sin embargo es el inicio del resto de su carrera. El verdadero año cero si se quiere.

Nearly God Inner Label


Luego vendría el que se considera la obra maestra de Tricky, Pre Millenium Tension (1997) y si bien antes tendría que aceptar tal apreciación como verdad, el concierto al cual asistí el otro día me ha hecho repensar seriamente el que lo sea. Tricky es un tipo tan talentoso y tan dado al flujo constante de experimentación que habría que considerar sus discos como meros registros de un momento en el tiempo. A la obra de Tricky hay que verla en su totalidad ya que, tal como en el concierto del otro día, cada disco es parte de una experiencia que se desenvuelve en un arco de largo aliento que no hace sentido necesariamente en cada momento. No estoy diciendo que Tricky tenga un plan a largo plazo de cómo quiere que sea su obra, pero sí que es un músico al cual se le debe juzgar de esa manera. Por más que se pueda ver y escuchar caótico, como la respiración entrecortada de alguien que aprende nuevamente a respirar cada día, finalmente es alguien que sabe que puede confiar en que estará respirando por un buen tiempo. A lo mejor de otra manera, pero respirando al fin.

Bueno, y como es costumbre, falta contarles dónde y cómo encontré este disco en su edición en vinilo. A mediados de los 90 se produjo el punto más alto en la importancia cultural del CD y el punto más bajo del LP (antes del resurgimiento en los últimos años). Ya casi todos habían comprado el cuento que el CD era "el sonido perfecto para siempre" y el mp3 aún era el dominio del download a cuenta gotas, por lo que la producción de vinilos de discos nuevos era hecha en ediciones muy limitadas. Entre ellos este disco, lo que convertía mis expectativas en encontrarlo casi nulas. De visita en Brighton, Inglaterra, paso por una conocida tienda llamada The Wax Factor (o el Factor Cera) y revisando los cajones en la letra T (Talking Heads, Talk Talk, Pete Townshend, Tindersticks, Tones on Tail, Richard Thompson, Tricky, etc.) diviso el borde rojo de una carátula y me dije "No, no creo... pero... ¿Y si es?". ¡Y lo era! La mayoría de las veces cuando veo un disco que me gusta lo pienso antes de comprar, ya que casi siempre hay otras opciones. Con este no pasó eso, lo pesqué, lo llevé al cajero y le dije "I'm taking this!". Y luego me fui a tomar una pinta de mi ale favorita al Fitzherbert's.

Los dejo con el video de Poems y otros temas. Para los que ven por el mail, los invito a verlos en mi blog.





24 de agosto de 2009

Eydie Gormé y Los Panchos - Amor (1964)

"Que las rondas no son buenas, que hacen daño,
que dan pena, que se acaba por llorar"

Mamá Gormé y Los Panchos

En toda familia hay objetos, tradiciones, lealtades, leyes, omisiones, exigencias, etc. que van pasándose de generación en generación y cada una de estas va asumiendo estos legados a su manera, agregando un poco de su propia cosecha a la herencia que dejan a la generación siguiente. Eso también sucede con los discos que encuentras por primera vez a través de la colección de tus padres. Tratas de entender primero qué fue lo que escucharon en ese disco que hizo que lo atesoraran lo suficiente como para adquirirlo (si es que no fue regalado) y luego, si te gusta lo suficiente, empiezas a encontrales a tus padres todo tipo de fallas en su apreciación del disco, que son "poco sofisticados", o que son "muy livianitos", o "demasiado ahistóricos", que son esto y lo otro. Pero no es que estén equivocados, es solamente un claro indicio de que haces propio lo que una vez fue de tus padres.

Mi aproximación al disco invitado fue bastante tardía. Ya en la universidad y luego de una vida entera sólo escuchando música popular en inglés, quise abrirme a otros horizontes musicales y que significó principalmente escuchar música latinoamericana, aunque también jazz y música clásica, pero eso no nos concierne en este momento. En parte me había negado porque encontraba que el pop/rock latinoamericano era demasiado derivativo de los cánones anglosajones, pero esto era sólo reflejo de mi propia ignorancia. Una de mis bandas preferidas hoy por hoy es Café Tacuba (aunque me digan "¡no mames güey, valen callampa!") y mi disco sicodélico favorito es el primer LP de Os Mutantes, una banda brasileña (ya vendrá post para ellos) de los 60 y 70 (aunque ya en los 70 empezaron a ser una banda de jams eternos muy aburrida).

Me acuerdo de una fiesta que se hizo en mi escuela en la universidad, y hubo una sección de la música que fue dedicada al mambo, específicamente a Pérez Prado (quien surgió de la banda de Beny Moré, aún más increíble) y me llamó mucho la atención la sofisticación de los arreglos, la brutalidad de los bronces, como trompidos de elefantes que marcaban el desborde que sostenía e incitaba la banda. No sé si era el insumo intoxicante de turno, pero fue un momento en que me hizo click... ah! y por supuesto era perfecto para bailar. Pero más que Pérez Prado me emocionó una música que pusieron hacia el final de la fiesta, cuando el público se desgajaba, la energía menguaba y los borrachos querían hablar de amores traicioneros. Esta era guitarrera, con varias voces bien cristalinas y varoniles (como diría mi madre), mucho bolero, que un amigo, con una mirada medio incrédula, me explicó eran unos tipos que se hacían llamar Trío Los Panchos.

Mamá Gormé y Los Panchos 2

El Trío Los Panchos se formaron en los 40 en Nueva York con inmigrantes mexicanos y puertorriqueños y sólo después de unos años decidieron ir a instalarse a Méjico. Sus años dorados fueron los 50 y los 60, ya que si bien todavía existe el Trío Los Panchos con integrantes descendientes de los originales, es más bien el mantenimiento de una marca registrada más que una fuerza musical vital. Fueron mundialmente famosos, grabando múltiples discos donde registraron un extenso repertorio de la canción popular latinoamericana, y son especialmente conocidos como intérpretes de boleros. Es cuando están al tope de su popularidad en 1964 que se juntan con una cantante norteamericana de origen ítalo-turco, más bien de segunda línea, llamada Eydie Gormé y juntos graban un disco inmortal.


Eydie Gormé y Los Panchos

Ejemplos de colaboraciones entre músicos que parecen parchados con hilo medio suelto, son verdaderos frankenstein o son simplemente fomes, existen por doquier en la historia. En el papel parecen ser una buena idea pero cuando es hora de sacar el pan del horno está quemado o a medio cocinar. Este disco es ese pan amasado de campo que hacía la Mia Mamma con una corteza crujiente pero que al partirlo, sale el olor humeante que te embriaga los sentidos y de hace cosquillar el cuerpo de los pies a la cabeza y cuando hundes los dientes en su corazón esponjoso, das gracias a los cielos que no hay nada mejor que el pan. Y quieres más. Y quieres más.

Cuando lo escuché por primera vez en casa de mis padres, una tarde de domingo de verano, pasé de escucharlo como un ejercicio de nostalgia a vivenciarlo como una noche en una boite donde la cantante va develando canción a canción la historia de un amor que no tuvo igual, donde la vida es una melodía borboteando de una guitarra, un susurro al oído y un llanto atrapado en la garganta. Todas son canciones que son clásicas del repertorio latinoamericano, pero logran crear versiones que me atrevería decir son las definitivas. ¿Qué se puede decir de un disco que comienza con esa voz masculina medio triste que nos llama: "Atiéndeme... quiero decirte algo... que quizá no esperes... doloroso tal vez". ¡No tienes otra que escucharlo hasta que diga basta! ¿Puede haber una canción de amor más brutal que Noche de Ronda con una letra como la siguiente?: "Luna que se quiebra / sobre la tiniebla de mi soledad / ¿Adónde vas?". ¿Qué es lo que pasa que me perdí tanto tiempo este repertorio tradicional desde que todo es rock? ¿Será porque tiene una melodía hermosa, diáfana y las voces no parecen esforzarse? ¿Le tenemos miedo al virtuosismo sin aspavientos? Esas son las canciones verdaderamente subversivas, como bombón envenenado.

Al escuchar este disco el otro día, me preguntaba qué es lo que hace que el cancionero romántico (pues eso es lo que es este disco, un disco romántico por excelencia) contemporáneo sea tan mediocre y derechamente aburrido, con excepciones por supuesto. En parte estoy seguro que es porque los que nos anteceden llegaron antes a las mismas metáforas, estructuras, melodías y por lo tanto se les puede llamar originales (alguien decía que el que primero comparó una mujer a una flor era un genio, el segundo un copión y el tercero un idiota). Por otra parte creo que está también el tema de la autenticidad (pregúntenle a mi cuñada por Allan Moore), en tanto le conferimos mayor autenticidad a estilos, géneros, artistas que percibimos como de mayor cercanía a una fuente originaria que otorga "pureza" y que en muchos casos para el grueso de la gente (como yo) está perdida. ¿Cuál es el origen del bolero por ejemplo? Me imagino que más de alguno de ustedes me podría hablar de su origen, pero para mí como auditor muy ingenuo lo tengo asociado a lo que he aprendido a través de lo heredado de mis padres y mis abuelos. Pero cuando escucho a Los Panchos tocando sus guitarras y cantando (con una sofisticación enorme y un trabajo técnico depurado) entiendo finalmente por qué: están ahí con Eydie y con nosotros, sin intermediarios, sin exigencias, sin nada que vender ni regalar. Sólo cantar y llorar por dentro.

Mamá Gormé y Los Panchos 3

Debo confesar que con este post hice un poco de trampa, ya que el disco original de Amor no lo tengo, sino que solamente tengo una caja de 3 discos que recopila tanto el disco invitado como "Más Amor" (1965) y otras canciones que grabó Eydie Gormé por su cuenta... pero como el disco me gusta tanto y esta recopilación incluye todas las canciones de este, y como el blog es mío, creí que era una buena oportunidad para compartirlo con todos ustedes. Fue regalo de una prima de mi padre y su marido (el de la prima, no el marido de mi padre...) quienes gentilmente le cedieron su colección... y yo me aproveché! Era que no...

Les dejo con algunos videos que pueden encontrar en internet, para los que no conocen las canciones (cosa que dudo):





21 de agosto de 2009

Kate Bush - The Dreaming (1982)

"Some say that knowledge is ho ho ho"


Dreamin Paz 3


Hay artistas con los cuales uno se identifica más que otros, ya sea por parecer tener un temperamento parecido, una visión similar del mundo, o simplemente que parecen ser un papel en blanco donde podemos proyectar todas nuestras fantasías. Kate Bush es una de estas últimas. Dependiendo del estado anímico en el cual la escuché, según la etapa de mi vida o dependiendo del disco de ella, pudo ser mi musa erótica, mi ángel de la guarda, mi hermana, mi madre, o una completa extraña que ni me miró en la calle. Pudo ser yo mismo en un baile de máscaras.

Hay una afectación en ella, en especial en su manera de cantar, que a mucha gente le patea el estómago, pero para mí es un artificio necesario, inevitable quizás, para convertirla en el navío que nos lleve al destino que soñamos. Su música es genuina, honesta, extraña a veces sin duda y muy emocional, pero no se queda en el grito primario que lo único que hace es ensordecer al respetable. Sus letras no caen generalmente en el cliché de la tradición pop/rock de niño conoce niña, niño deja a la niña, niña llora porque la dejó, niña escribe canción para pasar las penas. Si va a escribir de eso, será generalmente tangencialmente y con una mirada muy particular, como en la canción Houdini del disco invitado, sobre la relación del escapista con su esposa... cuyo abandono en realidad fue la muerte en su última presentación; pero sus temáticas van desde la situación política de los aborígenes en Australia, hasta el incesto.

Dreamin Paz 2

La conocí alrededor de 10 años atrás a través del hermano de una amiga de la universidad, quien era un fanático de la música e incluso tenía su propia banda (yo era demasiado cobarde e inseguro para tener una, aún cuando no fuera muy buena como en su caso). Sus gustos eran bastante eclécticos, tirado hacia lo prog, pero teníamos coincidencias, como Zappa, Bowie, Eno... y un día me mostró un tema, Sat In Your Lap, del disco de grandes éxitos (The Whole Story) de esta elfa llamada Kate Bush, que me cambió la percepción de lo que podía hacer una mujer con la música (sí, era terriblemente machista, ignorante y snob, por lo menos en cuanto a música). Era un tema que parte con unos tambores durísimos, seguía con un piano casi percutivo y una voz que parecía estar en todos lados al mismo tiempo. Esta era música que había querido escuchar hace mucho tiempo sin saberlo. Corrí a la disquería más cercana para buscar este tema; estaba contenido en un disco llamado The Dreaming.

The Dreaming, su cuarto disco, implicó un antes y un después muy importante en cuanto a su independencia artística. Pareció salir de la nada en 1978 con una verdaderamente perturbadora canción sobre Cumbres Borrascosas, cuando tenía solamente 19 años y se convirtió en la primera cantante británica que consiguió un número 1 en su propia isla (entre sus fans contemporáneos se encuentra John Lydon, líder de los Sex Pistols y P.I.L.) con un tema compuesto por ella misma, y más encima con su primer single. Por lo tanto estamos hablando de alguien a quien el sello discográfico, EMI, (quien a través de David Gilmour la descubrió y cultivó por varios años antes de publicar el tema referido) esperaba que fuera repitiendo la fórmula para seguir cosechando éxitos. Con The Dreaming, sin embargo, consolidó lo que había comenzado en el disco anterior (Never For Ever, 1980): un completo control de todo el proceso creativo.

Dreamin Paz

Lo que entregó después de 2 años de tensa espera para EMI fue un disco extremo. Como si hiciera una lista de todas sus excentricidades, fetiches, intereses intelectuales y políticos; la mezcló con una pasta hecha de rabia, deseo y miedo, todo sazonado con una sutileza armónica y melódica; lo echó completo en una juguera, luego lo metió al horno durante un par de años y... salió este disco caliente, humeante, que te quema al primer bocado. No es un disco "delicado" como muchas veces se espera de una mujer. Es sin duda muy femenino, pero es áspero, rudo y profundamente radical en su intensidad. Pertenece en su propio planeta en una constelación lejana llamada Kate Bush. Es tan así que ella ha emergido como un ícono al cual otros artistas se comparan... pero no al revés.

La propia Kate Bush habla de este LP como su disco "me volví loca". Como pueden darse cuenta quienes han seguido de cerca este blog (sí, soy un iluso), soy especialmente sensible a las voces, en general es lo primero que me llama la atención, sea una atracción, repulsión o indiferencia, y que puede cambiar con el tiempo. En este ámbito, este disco es como vivir dentro de la cabeza de un paciente con esquizofrenia (gracias Kate). En el espacio de una línea la voz de Kate o de otros participantes puede cambiar de un tono casi infantil a uno muy masculino y embargado de ira. Es un efecto desconcertante pero también dramático, teatral. El premio mayor sin embargo, se lo lleva el coro de hombres (y ella misma) en la última canción (Get Out Of My House), quienes hacen el sonido de un burro, ¡iiii-oooo, iiii-oooo! Melódico, espeluznante, hilarante e inverosímil. La música en sí no se queda atrás, con una variedad de texturas que llena todo espacio y todo plano, es un asalto a mano armada a los sentidos.

The Dreaming Inner Label

Este es un disco que encontré en Brighton, Inglaterra, mientras viví allí con mi esposa un año. Brighton es una ciudad pequeña pero fascinante, lleno de actividades artísticas y, para mi deleite, atiborrado de tiendas de discos y tiendas de caridad con buenas selecciones. En una de ellas el mayor proveedor de discos usados era Norman Cook, también conocido como Fatboy Slim. El disco en sí lo encontré en una feria de pulgas bajo techo, en un stand (llamado Snooper's Paradise) con decenas de cajas y cada disco a 3 libras. Solía pasar horas y horas allí ensuciándome las yemas de los dedos con el polvo que traía cada carátula. Nunca me he lavado las manos con tanto placer como después de esas travesías por los mares de vinilo.

Luego de The Dreaming, vendría el que casi todos consideran su mejor disco (y el más conocido), The Hounds of Love (1985), un disco completamente redondo, donde destila todo lo aprendido en el anterior para eliminar todo exceso. Es sin duda un disco hermosísimo... pero mi corazón está más cercano a The Dreaming, en parte por ser el primero que escuché, pero también porque su intensidad, sus excesos son precisamente lo que me hizo enamorarme de Kate y su música en un primer momento. Ya vendrían otro disco más en los 80, uno a principios de los 90 y luego un largo silencio de 13 años hasta Aerial (2005), que fue cuando dejé de comerme las uñas de tanto esperar. ¿Y cuándo el próximo Kate?

Como siempre, les regalo unos cuantos videos de canciones del disco... y disculpen lo ñoño de estos, ella misma haría muchos mejores videos posteriormente...





20 de agosto de 2009

¿Por qué vinilos? - (2004-?)


"No es que tenga demasiados discos, es que tengo muy poco espacio"

Eye at 45rpm


Como cualquier otra actividad a la cual uno le dedica tiempo y ahínco, las razones han ido mutando o han ido adquiriendo distinto peso. Cuando escuché por primera vez el equipo de sonido "audiófilo" de un amigo a mediados de los 90 sabía que existía una manera más fidedigna y con mayor realismo que a través de mi humilde pero fiel panasonic, de escuchar la música que me gustaba. Lamentablemente no tenía el dinero así que seguí aprovechando el sistema de mi amigo por unos años. ¿Pero qué es lo que hice con mi primer sueldo (y el segundo)? Exacto, me compré un amplificador y un lector de CD, más unos parlantes a este mismo amigo. Todavía sin signos de meterme en la adicción del plástico negro.

Esto sucedió un año después, en 2004 luego de una discusión con otro amigo quien insistía que el vinilo era un formato donde se escuchaba mejor la música y que por otro lado tenía una vida útil mucho más larga que el CD ya que se supone que luego de 20 años empieza a 'desvanecerse' (no lo sé). Intrigado le pedí que nos juntáramos y llevara su tornamesa a mi casa para que escucháramos. Cuando la conectamos y pusimos el primer vinilo (me parece que era una reedición de Trans Europe Express de Kraftwerk) lo que escuché era completamente distinto a lo que recordaba cuando chico, o más bien a lo que había asumido que escuché cuando chico, el tiempo cuando en todas partes se hablaba del CD como "el sonido perfecto para siempre". Ja, pamplinas. Claro, igual tenía las 'papas fritas' como le llaman algunos, pero había una sensación de que el sonido que salía de los parlantes era como tenía que ser. Había un peso y transparencia que no recordaba del CD. Intrigado, excitado más bien, al próximo mes corrí a comprar una tornamesa que cumplió fielmente con su labor por el próximo año y medio (ahora reside con un amigo, siguiendo su labor evangelizadora).

En mi febril entusiasmo, me puse a comprar discos con obsesión, viejos y nuevos, ediciones originales y reediciones, algunos regalados. Comencé a leer sobre tornamesas en internet, la historia del vinilo, maneras de mejorar el sonido a través de pequeños o grandes ajustes a la tornamesa o la aguja. Me compré por internet un sistema de lavado manual de vinilos que revivió algunos LPs que eran simplemente inescuchables (recuerdo claramente el lado A de Songs in the Key of Life de Stevie Wonder) y que hace poco adapté para poder utilizarla en un sistema más mecanizado de lavado que incluye aspirado. Aprendí que pequeños cambios en la instalación pueden hacer una diferencia importante en el sonido que se logra; también que algo tan nimio como una aguja (qué, el tipo de diamante en la punta de la aguja) tiene variaciones gigantescas en la calidad de sonido que pueden lograr.

Sin embargo, habían ciertos momentos en los cuales no quedaba muy conforme con el sonido. Sabía que en algunos casos el CD se escuchaba mejor (sí, soy lo suficientemente obsesivo como para comprar en vinilo discos que ya tengo en CD), pero no podía aceptar que este formato muerto podía ganarle sónicamente a mis queridos discos. En varias conversaciones con un primo de mi esposa, quien es ingeniero en sonido, y a través de foros de internet, aprendí que los distintos formatos tienen distintos requerimientos al momento de masterizar el sonido para luego traspasarlo al medio físico. Es más, en el caso del vinilo, podían haber variaciones grandes en la calidad según la cercanía que tenía el pressing con el master original (¿es el primer pressing? ¿es una copia del master o es el original?), la calidad del vinilo (la pasta) utlizada, su lugar en la línea de producción (el negativo se va gastando a medida que se van 'imprimiendo' los discos), etc, etc. Muchas ediciones modernas además utilizan el master realizado para la edición en CD, lo que generalmente se traduce en un sonido muy comprimido, plano y fome (si quieren escuchar ediciones bien hechas, escuchen las que realiza Jack White desde por lo menos su disco Elephant, todo el proceso es análogo). Desilusionado, perdí un poco el interés en el formato y pasé un par de meses en los cuales le dí más preferencia a mis CDs (también en parte porque tenía muchos más...).

John Cooper Clark

Pero como no sólo de calidad sonora vive el hombre empecé a fijarme en otras cosas que hacían de esta pasión tan entretenida. Estaba el ritual del vinilo para empezar, el hecho de que tienes que realizar ciertos movimientos bastante estandarizados para poder escucharlo: caminar y posicionarte frente al vinilo que buscas extender el brazo, sujetar los vinilos alrededor para que no salgan con el que elegiste; mirar la carátula y la contra carátula; ir hacia donde está tu tornamesa y con cuidado sacar el vinilo que está contenido en su capucha interior en la carátula; con tu pulgar puesto en el borde de la circunferencia, como apoyo de tus dedos que no tocan los surcos sino que sólo tocan la etiqueta en el centro; luego con tu otra mano sujetas la capucha interior y la deslizas en contra de la dirección que toma tu mano que sostiene el vinilo mismo y voilá tienes el vinilo en tus manos; con ambas manos extendidas sostienes el disco desde los bordes y tratas de achuntarle al hoyo sobre el eje de la tornamesa misma. Una vez puesto, llevas el brazo de la tornamesa hacia el comienzo del surco que elijas (generalmente el primero, de afuera hacia adentro), y haces andar el plato donde reposa, sea con un switch o un botón según el modelo. Bajas la tapa si es que tiene y te sientas a escuchar, subes o bajas el volúmen ya que su intensidad es bastante variable entre discos; o te quedas de pie y bailas o simplemente haces otras cosas mientras la música está de fondo. Es, en resumen, el hecho de que el formato te obliga a estar consciente de qué es lo que estás haciendo, te hace física la experiencia de escuhar música.

Por otro lado está la 'caza'. Es la decisión voluntaria de que ha llegado el momento en el cual el hambre por la tartaleta negra se debe saciar y sales a buscar en tus lugares preferidos (o nuevos si hay recomendaciones) vinilos que están en tu lista de discos que ansías tener. También puedes ir con la disposición de dejarte sorprender por lo que encuentres. A veces encuentras discos que tienen una conexión con lo que ya te gusta, sea fuerte o tenue, o a veces simplemente te gustó la carátula y, estando barato, decides arriesgarte para averiguar qué es lo que se esconde tras la superficie. Hay veces en los cuales consigues algo que nunca sabrás qué es, incluso cómo se llama el artista; tengo en mi poder un disco de una cantante oriental de los 50 o 60 en su edición de algún país asiático, por lo tanto todo texto está en alfabeto ideográfico. Sólo sé que canta boleros y el disco es rojo transparente (hubo una época en donde se creía que ese color hacía que se escuchara mejor.) En mi caso puedo estar horas y horas y horas cazando, por lo que nunca es una buena idea ir con alguien que no comparte tu misma pasión ya que es tremendamente aburrido para quien no goza ensuciándose los dedos con el polvo acumulado en las décadas precedentes.

12" 10" 7"

También está la variedad de formatos dentro del formato general. Están los 7", los 12" y mi formato preferido, el 10". No quedando conformes con esto, a través de los años han salido miles de ediciones especiales que escapan tanto del color negro tradicional (utilizando todos los colores en el espectro Pantone) como de la forma redonda original. Hay incluso vinilos que se han utilizado para cargar programas de computador o que contienen videos. Hay formatos que han surgido producto de una necesidad de una actividad profesional para luego pasar a ser parte del público en general. Este es el caso del single o sencillo de 12" que, si bien existen antecedentes de por lo menos principios de los 50, tuvo su verdadero nacimiento a mediados de los 70 cuando los DJ de las nacientes discotheques en USA lo utilizaban, en ediciones privadas, porque el tamaño de sus surcos permitían una mejor calidad de sonido (especialmente bajos) y además les facilitaba encontrar los surcos que buscaban para realizar sus mezclas. Posteriormente se convertiría en el formato de fetiche por excelencia a principios de los 80, en parte porque al tener una mayor extensión que el clásico 7" hizo surgir la industria de las remezclas a cargo de terceros, y por lo tanto de temas que sólo podías encontrar en esa edición. Blue Monday, el clásico single de New Order sólo se editó originalmente en 12".

Si tienes suerte puedes encontrar ediciones de lo que se llaman white label (etiqueta blanca), que son las pruebas que realizan para probar como quedó la edición. Se suelen relacionar con los DJ, ya que estos realizan copias de sus mezclas o sampleos para poder utilizarlos de bases cuando están en vivo. Pero estos white label también pueden ser demos de artistas que grabaron sus canciones y las llevaron a las disqueras con la esperanza de ser contratados. Tengo uno que encontré en una tienda de caridad en Inglaterra, que es un 7" de lo cual solamente sé lo que sale inscrito en el surco interior, donde muchas veces los que hacen los pressing dejan sus mensajitos o firman su autoría. Este tenía la firma de un presser muy famoso que se autodenomina Porky y generalmente cuando está orgulloso de su producto pone "Porky Prime Cut" (una referencia a carnicería) o "El mejor corte de Porky". Por esas vueltas de la vida, pude averiguar su e-mail y lo contacté para preguntarle si se acordaba de qué grupo era éste (habían otras pistas) pero cortésmente me respondió que habiendo participado en el pressing de miles de bandas a lo largo de su vida, poca posibilidad había que se acordara.


Tres colores y un mensajito

Por sobre todo, lo que me terminó por convencer que esta era una pasión para toda la vida, es que me permite mostrarle esta compulsión a otras personas, entretenarlas y aburrirlas por igual. No hay mejor ocasión que pasar una tarde o noche entera poniendo tema tras tema y gozando junto a mis amigos y familia, riéndonos, bailando, conversando, sorprendiéndonos. La única diferencia con 5 años atrás es que cuando me preguntan qué es mejor ¿vinilo o cd?, yo ahora respondo que depende... depende de la calidad de la masterización, de lo alejado del pressing del master original, de la calidad del material mismo, de que...

17 de agosto de 2009

Robert Wyatt - Shleep (1997)


"Furry kind of greeting, not exactly hostile"

Shleep daddy shleep

En mi mundo musical, David Bowie es el epicentro del terremoto. Claro, antes de Bowie había pasado por mi fase con los Beatles, Queen y A-Ha (en serio, son mejores de lo que piensan), pero fueron legados de gustos de mi padre y mi hermano mayor, o una infatuación prepúber como fue con Queen (los he redescubierto recientemente, aunque ahora son otros discos y canciones que me gustan). Con Bowie fue inicialmente así, pero fue el primero que decidí explorar más por mi cuenta, sin atenerme a lo que pertenecía a la colección musical de mis antecesores familiares, de tomar la clave decisión de gastar la mesada en música en vez de dulces en el recreo... o copete los fines de semana posteriormente... es decir, mi primer paso como melómano adulto. Explico todo esto porque mi acceso a Robert Wyatt puede ser rastreado indirectamente a Bowie. Casi diría que con todo disco en mi colección podemos hacer un juego de Seis Grados de Separacíón entre XYZ y el Duque Blanco.

¿Y cuál es el rastro? Bowie se enmarca en la primera mitad de la década de los 70 dentro de lo que se conoció como el Glam Rock (el original, no el de los 80 con Poison y Twisted Sister). Dentro de esta escena había una gran gran banda llamada Roxy Music (ya conocía su último disco de estudio, Avalon, a través de mi padre). En los dos primeros discos de Roxy Music uno de los integrantes era un tipo llamado Brian Eno, un genio musical y estratégico que revolucionó la manera de hacer música rock al considerar al estudio como un instrumento más (sino el más importante) y que llegaría a ser uno de los productores de base de U2 y Talking Heads. Bah, es incluso más directo, Eno fue pilar fundamental en tres discos geniales de Bowie, la llamada trilogía de Berlín (aún cuando sólo uno se hizo allí): Low, "Heroes" y Lodger. Es Brian Eno quien aportaría el último (o primer) enlace, ya que en 1997 leí en un sitio web dedicado a él que había participado en un disco de un tipo llamado Robert Wyatt, como co-compositor en un par de temas, apoyo logístico y moral y también tocando teclado en algunos de estos. Este disco se llamaba Shleep.

Wyatt es un tipo que a esta altura parece el viejo pascuero, con su pelo y barba larga blanca. A diferencia del viejo pascuero no anda en trineo sino que en silla de ruedas desde hace más de treinta años (y no reparte regalos, siendo comunista probablemente lo encontraría una manifestación de la alienación del hombre en este mundo capitalista). Se cayó borracho de un balcón en una fiesta mientras acompañaba a su esposa (Alfreda "Alfie" Benge, dibujante de la portada del disco y autora de algunas de las letras de las canciones) quien trabajaba en el clásico film Don't Look Back de Nicholas Roeg, situado en Venecia. Como muchas otras personas que repentinamente se ven enfrentadas a un cambio tan radical en sus vidas, Wyatt lo vio como una oportunidad (incluso un regalo del destino) de verse principalmente como compositor y no como batero que compone (había sido echado unos años antes de la banda que había formado en los 60s, Soft Machine) y comenzó su carrera solista con la publicación de su primer LP, Rock Bottom (1974), un clásico.


Robert Wyatt Shleep Label


Nuestro invitado de hoy sabe tocar con diversa experticia los siguientes instrumentos: batería/percusión, teclados/piano, corno, trompeta, violín y bajo; pero, aunque él lo considere un disparate, a mi modo de ver el instrumento que mejor usa es su propia voz. Es una voz delgadita, muy aguda casi falseto (aunque ha perdido un poco sus registros más altos con la edad), sin mayor manejo técnico rayando en el desafino, como de un niño muy inocente que recién explora el mundo, o un viejo que ya está cansado de sus viajes y sólo quiere descansar. Es una voz que se salta la adultez, ese período donde nos compramos el cuento de que dominamos nuestro mundo, de la sorpresa a la desilusión es sólo un paso al vacío. Ryuichi Sakamoto llamó a su voz "el sonido más triste del mundo" y no puedo estar más de acuerdo.

Lo encontré en CD por casualidad en una de mis visitas semanales a una de las disquerías principales de Chile (de esas que matan la música, luego aprendí...) y ya que sabía que salía Eno ahí, lo compré con bastante entusiasmo. La edición en vinilo la encargué antes que saliera oficialmente por internet al sello Domino, quienes el año pasado (2008) reeditaron toda la discografía de Wyatt en vinilo, incluyendo este disco y el siguiente, Cuckooland (2003), que nunca habían sido editados en el formato. Por supuesto, mi boca musical salivaba copiosamente cuando supe que habían hecho esta movida, nunca creí que saldría.

El nombre del disco es un neologismo que une las palabras Sheep (oveja) y Sleep (dormir). El nombre hace alusión al aire general medio pastoral del disco pero también al primer tema de este, Heaps of Sheeps y que es una de las grandes canciones de la historia sobre el insomnio, medio juguetona, medio ensoñadora y un poco desesperada/ante por no poder dormir (la letra es de Alfie, quien no sufre de insomnio, pero Wyatt sí). La instrumentación es levemente distinta a lo que se encuentra en el resto de los temas, aunque tiene el mismo peso, con arreglos livianos y fácilmente legibles, pero siempre con armonías bien extrañas que tienen su raíz más bien en el jazz (¿modal? no lo sé, estoy aprendiendo) y se escapan de la tradición más rockera, de la cual Wyatt se siente ajeno. Y encima de estas bases Wyatt desarrolla unas líneas melódicas bien largas, generalmente lentas, muy íntimas, como si estuviera conversando de lado en la cama con nosotros, las cabezas en las almohadas, los ojos cerrados.


Shleep daddy shleep 2


Con este disco además comenzó a consolidar lo que considera su establo de músicos invitados donde los puntales han sido Brian Eno, Phil Manzanera (otro ex Roxy Music) y Paul Weller (otro grande, ya vendrá más de él por estos lares). Este último aporta todo su elegancia musical en la guitarra slide en "Free Will and Testament", mi canción favorita del disco y que emerge como una reflexión concentradísima sobre el determinismo v/s el libre albedrío. Por sobre todo es una canción que haría llorar a una estatua.

Una cosa que sorprende de Wyatt, en este disco y los que vendrán es que, tratándose de alguien que pasó los últimos años de los 70, todos los 80 y la primera mitad de los 90 mirando musical y culturalmente hacia horizontes no anglosajones (vivió varios años en España, donde publicó Dondestan, 1991), produce música que no puede sino catalogarse como existencialmente inglesa. Cuando uno escucha sus covers de Te Recuerdo Amanda, Yolanda, Arauco (las dos primeras incluidas en esta edición en vinilo), uno escucha innegablemente al extranjero que admira una cultura ajena pero que vive frustrado por su impenetrabilidad final. No sólo me refiero al obvio acento gringo con el cual canta Wyatt (¿nos escucharán así los gringos cuando cantamos en inglés?) sino a la sensibilidad musical con la cual aborda estos temas, la instrumentación y que conjuga perfectamente con el resto de su obra y, como ya lo mencioné, su voz. Es parte de la naturaleza escéptica del ciudadano inglés, pero siempre con un cargadísimo núcleo emocional que se vive como un profundo respeto por el otro y una capacidad latente de una explosiva ira hacia las injusticias. No olvidemos que es la cultura de las gracias y los disculpa. Es también la paradoja de un individuo que se define como materialista pero que gana su pan de cada día con el arte más abstracto y volátil que existe.

Les entrego unos cuantos videos, de los cuales sólo el primero es del disco, ya que lamentablemente no pude encontrar más. Las otras dos son un cover, de Elvis Costello (aunque es más suya a mi parecer) y un tema de Old Rottenhat, un disco del 86. Igual vale que conozcan más a este tatita colores.





12 de agosto de 2009

Jacques Brel - A L'Olympia (1962)


"Et mon cœur qui s'arrête, sur ton cœur qui sourit"

Daniel Brel 1

Flashback a 1998: Uno de los privilegios que teníamos en casa de mis padres cuando estábamos enfermos era llevarnos una pequeña televisión de 14 pulgadas (el tamaño estándar para los niños) y conectarla al cable, para que nos "acompañara" en nuestra malaise. En algún punto de ese año (me enfermaba a cada rato, una amiga me llama El Niño Burbuja) me encontraba postrado en cama con fiebre alta, débil y sin ganas de hacer nada (doh) excepto ver tv. Como siempre he sido noctámbulo, alrededor de las 2 de la mañana me encontraba viendo el canal Film & Arts y empiezan a pasar un documental sobre un tipo belga con dientes equinos llamado Jacques Brel.

Tenía noción de su existencia, ya que en esa época estaba en mi peor fase de obsesión con David Bowie y conocía sus covers de La Mort (My Death) y Amsterdam, además de los covers de Scott Walker que alcanzaron para un disco en sí. Creo que había bajado (uf, la edad de piedra del download, cuando una canción se demoraba un par de horas y el nombre Napster lo conocían todos los menores de 15 años) la original de La Mort, pero me pareció fome (léase no comprendí sus encantos) en comparación al cover de Bowie. Lo dejé de lado por el momento, pero cuando pesqué el documental en el cable, con un poco de curiosidad, y ya que no tenía nada mejor que hacer, me dispuse a verlo.

Fue como si un tren me arrollara. Sí, puede ser que en mi estado febril estuviera especialmente sensible, pero no podía creer que un tipo con traje negro, camisa blanca, corbata negra y un solitario foco sobre su persona, además de verlo en un televisor de 14" a dos metros con el volumen monofónico bien bajo para no despertar a mi hermano en la pieza del lado, pudiera afectarme tanto. Qué importa que mi francés no alcanzara para descifrar sus letras, sabía de alguna u otra manera a qué se refería. Después he averiguado que fans más famosos que yo, como Scott Walker, Marc Almond o Gavin Friday, tuvieron una reacción similar a la mía, no sabían jota de francés, pero lo entendían. Ya vendría un segundo enamoramiento de sus textos y la mandíbula pegada al suelo, porque este tipo no tiene rincón de la existencia humana que no haya explorado.


Daniel Brel 2


B
ueno, volviendo al disco en cuestión. Este es el primero de dos discos en vivo que sacó en vida Jacques, fue registrado en 1961 pero salió a la venta en 1962. La primera vez que lo escuché fue en cassette, y fue regalo de cumpleaños de parte de un gran amigo que se acordó que había salido en una conversación, y que fue algo como lo siguiente:
"Me encanta la Edith Piaf"- dijo mi amigo, medio aburrido con la perorata que le estaba dando en el momento con la música que escuchaba.
"¡Pfff! No sabes nada, la Piaf es una alpargata al lado de Jacques Brel" - respondí con altanería, ya que me había iniciado en el Culto del belga.
Dos cosas sucedieron: en primer lugar, y muy extrañamente, mi amigo que en general se olvida de todo se acordó y paseó por varias disquerías hasta encontrar el cassette y en segundo lugar, luego de algunos años tuve que comer mis palabras sobre la Piaf... pero esa es otra historia para otro día... Como era de esperar lo escuché obsesivamente, en la casa, en el auto cuando me lo prestaban, en casas de amigos (mis disculpas, je ne suis plus le dictateur de la musique) y fue el soundtrack de mis primeros meses de pololeo con mi actual esposa. Ella sabe francés y me ha ayudado enormemente a entender más lo que dice.

Finalmente lo encontré en su edición en vinilo, holandesa, en una tienda de caridad en Winchester, Inglaterra. Cuando lo vi me temblaban las manos, miré a mi alrededor con desconfianza por si alguien quería quitármelo, se me aceleró el corazón y esbocé una extraña sonrisa que le dió un poco de miedo a quienes me acompañaban. Un círculo se había cerrado.

El disco se compone de 15 canciones, 8 en el lado uno y 7 en el segundo. Si hay un hilo conductor de todas estas canciones, y de la obra general de Brel, es una visión pesimista del ser humano, una crítica a las deficiencias e hipocresías que vamos enquistando en nosotros mismos a medida que crecemos y nos "civilizamos". Las personas son "cerdos, mientras más viejos, más se comportan como bestias" dice en una de sus canciones, el amor es un anhelo, pero se vive como una lucha entre dos opuestos, "rojo y negro" en alusión a Stendhal.

jacques brel a l'olympia label


Las canciones de este disco siguen este patrón. En el primer lado: "Les Prénoms de Paris" habla de un amor que comienza, termina y recomienza, metaforizado con una descripción de un día en Paris y los lugares que le dan realidad a este amor, todo a un ritmo que recuerda un tren en movimiento. "Les Bourgeois" es una canción que debiera escuchar todo miembro del Red Set chileno, sigue la vida de un grupo de amigos en tres instancias de sus vidas y cómo pasan de ser jóvenes "rebeldes" a ser parte de la misma autoridad que detestaban. "Les Paumés du Petit Matin" alude a esos personajes perdidos en la bohemia nocturna y sus propias melancolías y que no tienen mayor sustancia excepto el esfumarse en palabras vacías. "Les Flamandes" es una crítica a cómo las clases más conservadoras (las mujeres flamencas en este caso) pierden todo tipo de capacidad de gozar la vida ya que se someten al patrón de vida que su clase social les impone. "La Statue" desmitifica a quienes la sociedad ensalza como héroes (especialmente militares), en este caso el fantasma que habita su propia estatua y nos cuenta la culpa que le genera el cuan poco heroico era él mismo en su vida privada. "Zangra" es la historia, en primera persona, de un militar que pasa su vida enfocado en convertirse en héroe (¿acaso el de la estatua de la canción anterior?) y ve como la vida pasa al lado de él, sólo para encontrar al final que se quedó sin pan ni pedazo. "Marieke" rememora un amor perdido, probablemente entre un belga francés y una belga flamenca y que recalca las distancias físicas y culturales que son unidas por el tren entre Bruges y Ghent. El lado termina con "Les Biches", que es un verdadero manifiesto de Brel sobre el amor entre hombre y mujer, usando la metáfora de la mujer como venado que son, a cada momento de la vida del hombre, su "enemigo" entrañable.

El lado 2 comienza con "Madeleine", una canción tragicómica sobre un tipo que está enamorado de un tipa que no lo pesca por considerarlo muy poca cosa para ella (según le dicen todos sus parientes), pero a la cual él la espera todas las semanas sin que llegue. "Les Singes" es una canción rousseana por excelencia, donde el hombre era un noble salvaje hasta que llegó la civilización para convertirlo en una bestia, donde los singes que son la autoridad, no sólo son monos sino que también gangsters. "L'Ivrogne" es lo que dice el título, una canción sobre un tipo que ahoga sus penas en el alcohol. "La Valse a Mille Temps" es una parodia a los valses de salón e insta al que lo escucha a acelerar el vals, o leyendo entre líneas, a meter lo más posible en la vida, a vivir intensamente. Le siguen un 1-2 directo al corazón, primero con "Ne Me Quitte Pas" la cual es probablemente la canción más conocida de Brel, especialmente en su claramente inferior versión en inglés, "If You Go Away". Esta es la canción del amor arrastrado, desesperado por excelencia, ese momento cuando se acaba el amor y uno de los dos promete todo y cualquier cosa por hacer que la persona se quede. Con una lágrima en la garganta diría el Gorrión. El 2 es "Le Moribond" y que algunos puedan conocer en su horrorosa, insípida y tracionera versión en inglés "Seasons in the Sun". Puaj. En esta canción Brel habla desde el punto de vista de un tipo que se está muriendo y le habla a la gente que lo rodea en su lecho de muerte, diciéndoles lo que piensa de cada uno de ellos, con crueldad, honestidad y cariño. El disco finaliza con "Quand on n'a que l'amour", un himno temprano en su carrera y que busca fuerza cuando sólo queda nada más que el amor.

Jacques Brel murió en 1978 a los 49, producto de un cáncer pulmonar que le fue diagnosticado unos pocos años antes. El año anterior había sacado su último disco, muy bueno, en el cual cantó con un solo pulmón ya que le habían extirpado el otro el 76. En los 70 y finales de los 60, decidió retirarse de los conciertos (y lo cumplió, no como otros...) y semi retirarse de las grabaciones para concentrarse en su carrera fílmica, como actor y director. Siempre celoso de su vida privada, está enterrado en Tahití, cerca de la tumba de Gaugin, y alejado de las masas que seguramente convertirían su último lugar de reposo en un lugar de peregrinación. ¡Vive le Grand Jacques!

No existe registro en video de este concierto, pero aquí hay algunos videos de otros conciertos con canciones del disco: