De cuando en cuando hay discos, canciones o sonidos que saltan desde las sombras te agarran por el cuello, sacuden con fuerza e interrogan: "¿Acaso no soy lo que siempre buscaste?" Con sorpresa te das cuenta que no tienes otra opción que rendirte a sus vehementes encantos, rogar que puedas responder con propiedad a sus exigencias y convertirte en su esclavo de por vida.
Dejando de lado la imaginería sadomasoquista, la secuencia de hechos con este disco no fue tan así. Llegué a él ya que Pete Townshend es el líder y compositor principal de una de mis bandas preferidas (los explosivos e impredecibles The Who para quien no sepa) del cual ya había escuchado un disco solista (Empty Glass, 1980) y que me había gustado lo suficiente como para seguir explorando su discografía alejado de los Who. En otras palabras, no fue para nada una sorpresa que me gustaría, pero sí lo fue el que se convirtiera en uno de los discos que más he escuchado los últimos 3 años.
A primera vista, Rough Mix es un disco que habla más bien de lo viejo (para el rock) que se estaba poniendo el bueno de Pete. Recordemos que 1977 es el año dorado del punk y los primeros pasos del aún más rupturista post-punk (sí, que mal nombre), y en esa época todavía el público no se acostumbraba a ver personas rondando los 35 años sobre los escenarios mostrando algún grado de energía rockera; todavía faltaba mucho para 'deleitarnos' con el hogar de ancianos itinerante que son los Rolling hoy en día.
¿Cómo responde Townshend a las convulsiones de la escena musical? En parte por encontrarse en período de receso de los Who, y en parte por hacerle un favor a su amigo Ronnie Lane (de los Faces, de donde además salió Rod Stewart) para mantenerlo ocupado mientras se desintoxicaba de una larga dependencia al alcohol, responde dándole rienda suelta a un lado más country/folk rock de su repertorio. En ningún otro disco habría de usar tan frecuente y efectivamente la guitarra acústica y demuestra aquí que es un maestro de esta y no sólo la eléctrica como nos recuerda en cada disco de los Who. Dato Guru Guru: por lo que cuenta en el documental "Amazing Journey" del 2007 la soltura de mano la aprendió tocando... ¡banjo!
Ahora, no olvidemos que el disco no es un showcase exclusivo del narigón nativo de Sheperd's Bush, sino que también muestra los numerosos talentos de Ronnie Lane quien se vio demasiado opacado por sus frontman tanto en los Small Faces (Steve Marriot) y Faces (Rod "the Mod" Stewart). En este disco compone o co-compone 5 de los 11 temas, canta y toca numerosos instrumentos de cuerdas y unos "very involved mind games" que, supongo, mejor dejemos en el misterio. Además tenemos la aparición de invitados tan insignes como Eric Clapton, Charlie Watts (batero de los Rolling Stones) y John Entwistle (flemático bajista de The Who quien, recordemos, murió de una sobredosis de cocaína junto a unas prostitutas un tercio de su edad en 2002... ¿demasiado rock?). Ronnie lamentablemente nos dejó en 1997, producto de una neumonía y de sufrir de esclerosis múltiple durante 20 años. Esta enfermedad fue diagnosticada mientras hacía este disco.
Ok la apreciación general y explicación del postulado del título: no hay nada en este disco que uno podría decir "vaya, que propuesta más novedosa para la época", exceptuando quizás el tema "Street In The City" que tiene unos arreglos orquestales bien peculiares. Todo lo que se propone está bien insertado en lo que es la tradición country y blues, sin duda que todo encapsulado dentro de una identidad bien rockera que recuerda el trabajo de The Who y los Faces. Lo que hace que sea un disco tan personalmente importante es: primero, la profusión de melodías hermosas sin ser melosas; segundo, la entrega de letras muy personales sin ser confesionales; tercero, el tema Street in the City; y cuarto, pero para mí lo más importante, la voz de ambos, especialmente Pete Townshend.
Mucho se habla del genio compositivo de Pete pero no mucho sobre su voz. Sí, claro, es una voz frágil y poco potente, pero tiene vasto poder emocional, muy pero muy por sobre lo que Roger Daltrey hacía en The Who (aunque sigue siendo un enorme vocalista), y siempre con una especificidad como navaja de Ockham. Por supuesto también tiene que ver con lo que sucede cuando un vocalista canta al límite de su registro, y es que se produce algo mágico: pareciera que está cantando de tú a tú.
Me imagino que también nos identifica con nuestros propios esfuerzos en expresar, en crear, es una tensión física (las cuerdas vocales) que nos sostiene entre la emoción pura y la artificialidad necesaria para comunicar. Ojo, lograr llegar a ese espacio es como caminar sobre una cuerda floja, hacia un lado caes en un onanismo musical, hacia el otro te conviertes en [llenar con banda fabricada que detestes en especial].
Creo en la necesidad del genio creador, pero muchas veces la originalidad pura es opaca (típica reacción: "¿Ehhh... ah?"), se necesita la confluencia posterior de fenómenos disímiles como para transparentarla y cuando sucede suelen ser momentos de sobrecogimiento supremo... pero para mí son tan importantes o más el poder encontrar un disco "amigo", el cual puedas reconocer como un ente vivo (a veces me sorprendo abrazando y besando carátulas... ¿estaré enfermito?), que sientas que te refiera a ese momento en el cual lo conociste pero que al mismo tiempo pueda cambiar contigo porque a fin de cuentas, cada disco eres tú.
Un par de videos de youtube, todos del disco por supuesto:
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