"Some say that knowledge is ho ho ho"
Hay artistas con los cuales uno se identifica más que otros, ya sea por parecer tener un temperamento parecido, una visión similar del mundo, o simplemente que parecen ser un papel en blanco donde podemos proyectar todas nuestras fantasías. Kate Bush es una de estas últimas. Dependiendo del estado anímico en el cual la escuché, según la etapa de mi vida o dependiendo del disco de ella, pudo ser mi musa erótica, mi ángel de la guarda, mi hermana, mi madre, o una completa extraña que ni me miró en la calle. Pudo ser yo mismo en un baile de máscaras.
Hay una afectación en ella, en especial en su manera de cantar, que a mucha gente le patea el estómago, pero para mí es un artificio necesario, inevitable quizás, para convertirla en el navío que nos lleve al destino que soñamos. Su música es genuina, honesta, extraña a veces sin duda y muy emocional, pero no se queda en el grito primario que lo único que hace es ensordecer al respetable. Sus letras no caen generalmente en el cliché de la tradición pop/rock de niño conoce niña, niño deja a la niña, niña llora porque la dejó, niña escribe canción para pasar las penas. Si va a escribir de eso, será generalmente tangencialmente y con una mirada muy particular, como en la canción Houdini del disco invitado, sobre la relación del escapista con su esposa... cuyo abandono en realidad fue la muerte en su última presentación; pero sus temáticas van desde la situación política de los aborígenes en Australia, hasta el incesto.
La conocí alrededor de 10 años atrás a través del hermano de una amiga de la universidad, quien era un fanático de la música e incluso tenía su propia banda (yo era demasiado cobarde e inseguro para tener una, aún cuando no fuera muy buena como en su caso). Sus gustos eran bastante eclécticos, tirado hacia lo prog, pero teníamos coincidencias, como Zappa, Bowie, Eno... y un día me mostró un tema, Sat In Your Lap, del disco de grandes éxitos (The Whole Story) de esta elfa llamada Kate Bush, que me cambió la percepción de lo que podía hacer una mujer con la música (sí, era terriblemente machista, ignorante y snob, por lo menos en cuanto a música). Era un tema que parte con unos tambores durísimos, seguía con un piano casi percutivo y una voz que parecía estar en todos lados al mismo tiempo. Esta era música que había querido escuchar hace mucho tiempo sin saberlo. Corrí a la disquería más cercana para buscar este tema; estaba contenido en un disco llamado The Dreaming.
The Dreaming, su cuarto disco, implicó un antes y un después muy importante en cuanto a su independencia artística. Pareció salir de la nada en 1978 con una verdaderamente perturbadora canción sobre Cumbres Borrascosas, cuando tenía solamente 19 años y se convirtió en la primera cantante británica que consiguió un número 1 en su propia isla (entre sus fans contemporáneos se encuentra John Lydon, líder de los Sex Pistols y P.I.L.) con un tema compuesto por ella misma, y más encima con su primer single. Por lo tanto estamos hablando de alguien a quien el sello discográfico, EMI, (quien a través de David Gilmour la descubrió y cultivó por varios años antes de publicar el tema referido) esperaba que fuera repitiendo la fórmula para seguir cosechando éxitos. Con The Dreaming, sin embargo, consolidó lo que había comenzado en el disco anterior (Never For Ever, 1980): un completo control de todo el proceso creativo.
Lo que entregó después de 2 años de tensa espera para EMI fue un disco extremo. Como si hiciera una lista de todas sus excentricidades, fetiches, intereses intelectuales y políticos; la mezcló con una pasta hecha de rabia, deseo y miedo, todo sazonado con una sutileza armónica y melódica; lo echó completo en una juguera, luego lo metió al horno durante un par de años y... salió este disco caliente, humeante, que te quema al primer bocado. No es un disco "delicado" como muchas veces se espera de una mujer. Es sin duda muy femenino, pero es áspero, rudo y profundamente radical en su intensidad. Pertenece en su propio planeta en una constelación lejana llamada Kate Bush. Es tan así que ella ha emergido como un ícono al cual otros artistas se comparan... pero no al revés.
La propia Kate Bush habla de este LP como su disco "me volví loca". Como pueden darse cuenta quienes han seguido de cerca este blog (sí, soy un iluso), soy especialmente sensible a las voces, en general es lo primero que me llama la atención, sea una atracción, repulsión o indiferencia, y que puede cambiar con el tiempo. En este ámbito, este disco es como vivir dentro de la cabeza de un paciente con esquizofrenia (gracias Kate). En el espacio de una línea la voz de Kate o de otros participantes puede cambiar de un tono casi infantil a uno muy masculino y embargado de ira. Es un efecto desconcertante pero también dramático, teatral. El premio mayor sin embargo, se lo lleva el coro de hombres (y ella misma) en la última canción (Get Out Of My House), quienes hacen el sonido de un burro, ¡iiii-oooo, iiii-oooo! Melódico, espeluznante, hilarante e inverosímil. La música en sí no se queda atrás, con una variedad de texturas que llena todo espacio y todo plano, es un asalto a mano armada a los sentidos.
Este es un disco que encontré en Brighton, Inglaterra, mientras viví allí con mi esposa un año. Brighton es una ciudad pequeña pero fascinante, lleno de actividades artísticas y, para mi deleite, atiborrado de tiendas de discos y tiendas de caridad con buenas selecciones. En una de ellas el mayor proveedor de discos usados era Norman Cook, también conocido como Fatboy Slim. El disco en sí lo encontré en una feria de pulgas bajo techo, en un stand (llamado Snooper's Paradise) con decenas de cajas y cada disco a 3 libras. Solía pasar horas y horas allí ensuciándome las yemas de los dedos con el polvo que traía cada carátula. Nunca me he lavado las manos con tanto placer como después de esas travesías por los mares de vinilo.
Luego de The Dreaming, vendría el que casi todos consideran su mejor disco (y el más conocido), The Hounds of Love (1985), un disco completamente redondo, donde destila todo lo aprendido en el anterior para eliminar todo exceso. Es sin duda un disco hermosísimo... pero mi corazón está más cercano a The Dreaming, en parte por ser el primero que escuché, pero también porque su intensidad, sus excesos son precisamente lo que me hizo enamorarme de Kate y su música en un primer momento. Ya vendrían otro disco más en los 80, uno a principios de los 90 y luego un largo silencio de 13 años hasta Aerial (2005), que fue cuando dejé de comerme las uñas de tanto esperar. ¿Y cuándo el próximo Kate?
Como siempre, les regalo unos cuantos videos de canciones del disco... y disculpen lo ñoño de estos, ella misma haría muchos mejores videos posteriormente...
Wuaaa no tengo The Dreaming, Se pudrirá mi escroto como castigo divino?
ResponderEliminarSólo si no reenvías este mensaje a 10 personas dentro de los próximos 5 días...
ResponderEliminarNo, es mentira. Si lo tengo.
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