"Et mon cœur qui s'arrête, sur ton cœur qui sourit"
Flashback a 1998: Uno de los privilegios que teníamos en casa de mis padres cuando estábamos enfermos era llevarnos una pequeña televisión de 14 pulgadas (el tamaño estándar para los niños) y conectarla al cable, para que nos "acompañara" en nuestra malaise. En algún punto de ese año (me enfermaba a cada rato, una amiga me llama El Niño Burbuja) me encontraba postrado en cama con fiebre alta, débil y sin ganas de hacer nada (doh) excepto ver tv. Como siempre he sido noctámbulo, alrededor de las 2 de la mañana me encontraba viendo el canal Film & Arts y empiezan a pasar un documental sobre un tipo belga con dientes equinos llamado Jacques Brel.
Tenía noción de su existencia, ya que en esa época estaba en mi peor fase de obsesión con David Bowie y conocía sus covers de La Mort (My Death) y Amsterdam, además de los covers de Scott Walker que alcanzaron para un disco en sí. Creo que había bajado (uf, la edad de piedra del download, cuando una canción se demoraba un par de horas y el nombre Napster lo conocían todos los menores de 15 años) la original de La Mort, pero me pareció fome (léase no comprendí sus encantos) en comparación al cover de Bowie. Lo dejé de lado por el momento, pero cuando pesqué el documental en el cable, con un poco de curiosidad, y ya que no tenía nada mejor que hacer, me dispuse a verlo.
Fue como si un tren me arrollara. Sí, puede ser que en mi estado febril estuviera especialmente sensible, pero no podía creer que un tipo con traje negro, camisa blanca, corbata negra y un solitario foco sobre su persona, además de verlo en un televisor de 14" a dos metros con el volumen monofónico bien bajo para no despertar a mi hermano en la pieza del lado, pudiera afectarme tanto. Qué importa que mi francés no alcanzara para descifrar sus letras, sabía de alguna u otra manera a qué se refería. Después he averiguado que fans más famosos que yo, como Scott Walker, Marc Almond o Gavin Friday, tuvieron una reacción similar a la mía, no sabían jota de francés, pero lo entendían. Ya vendría un segundo enamoramiento de sus textos y la mandíbula pegada al suelo, porque este tipo no tiene rincón de la existencia humana que no haya explorado.
Bueno, volviendo al disco en cuestión. Este es el primero de dos discos en vivo que sacó en vida Jacques, fue registrado en 1961 pero salió a la venta en 1962. La primera vez que lo escuché fue en cassette, y fue regalo de cumpleaños de parte de un gran amigo que se acordó que había salido en una conversación, y que fue algo como lo siguiente:
"Me encanta la Edith Piaf"- dijo mi amigo, medio aburrido con la perorata que le estaba dando en el momento con la música que escuchaba.
"¡Pfff! No sabes nada, la Piaf es una alpargata al lado de Jacques Brel" - respondí con altanería, ya que me había iniciado en el Culto del belga.
Dos cosas sucedieron: en primer lugar, y muy extrañamente, mi amigo que en general se olvida de todo se acordó y paseó por varias disquerías hasta encontrar el cassette y en segundo lugar, luego de algunos años tuve que comer mis palabras sobre la Piaf... pero esa es otra historia para otro día... Como era de esperar lo escuché obsesivamente, en la casa, en el auto cuando me lo prestaban, en casas de amigos (mis disculpas, je ne suis plus le dictateur de la musique) y fue el soundtrack de mis primeros meses de pololeo con mi actual esposa. Ella sabe francés y me ha ayudado enormemente a entender más lo que dice.
Finalmente lo encontré en su edición en vinilo, holandesa, en una tienda de caridad en Winchester, Inglaterra. Cuando lo vi me temblaban las manos, miré a mi alrededor con desconfianza por si alguien quería quitármelo, se me aceleró el corazón y esbocé una extraña sonrisa que le dió un poco de miedo a quienes me acompañaban. Un círculo se había cerrado.
El disco se compone de 15 canciones, 8 en el lado uno y 7 en el segundo. Si hay un hilo conductor de todas estas canciones, y de la obra general de Brel, es una visión pesimista del ser humano, una crítica a las deficiencias e hipocresías que vamos enquistando en nosotros mismos a medida que crecemos y nos "civilizamos". Las personas son "cerdos, mientras más viejos, más se comportan como bestias" dice en una de sus canciones, el amor es un anhelo, pero se vive como una lucha entre dos opuestos, "rojo y negro" en alusión a Stendhal.
Las canciones de este disco siguen este patrón. En el primer lado: "Les Prénoms de Paris" habla de un amor que comienza, termina y recomienza, metaforizado con una descripción de un día en Paris y los lugares que le dan realidad a este amor, todo a un ritmo que recuerda un tren en movimiento. "Les Bourgeois" es una canción que debiera escuchar todo miembro del Red Set chileno, sigue la vida de un grupo de amigos en tres instancias de sus vidas y cómo pasan de ser jóvenes "rebeldes" a ser parte de la misma autoridad que detestaban. "Les Paumés du Petit Matin" alude a esos personajes perdidos en la bohemia nocturna y sus propias melancolías y que no tienen mayor sustancia excepto el esfumarse en palabras vacías. "Les Flamandes" es una crítica a cómo las clases más conservadoras (las mujeres flamencas en este caso) pierden todo tipo de capacidad de gozar la vida ya que se someten al patrón de vida que su clase social les impone. "La Statue" desmitifica a quienes la sociedad ensalza como héroes (especialmente militares), en este caso el fantasma que habita su propia estatua y nos cuenta la culpa que le genera el cuan poco heroico era él mismo en su vida privada. "Zangra" es la historia, en primera persona, de un militar que pasa su vida enfocado en convertirse en héroe (¿acaso el de la estatua de la canción anterior?) y ve como la vida pasa al lado de él, sólo para encontrar al final que se quedó sin pan ni pedazo. "Marieke" rememora un amor perdido, probablemente entre un belga francés y una belga flamenca y que recalca las distancias físicas y culturales que son unidas por el tren entre Bruges y Ghent. El lado termina con "Les Biches", que es un verdadero manifiesto de Brel sobre el amor entre hombre y mujer, usando la metáfora de la mujer como venado que son, a cada momento de la vida del hombre, su "enemigo" entrañable.
El lado 2 comienza con "Madeleine", una canción tragicómica sobre un tipo que está enamorado de un tipa que no lo pesca por considerarlo muy poca cosa para ella (según le dicen todos sus parientes), pero a la cual él la espera todas las semanas sin que llegue. "Les Singes" es una canción rousseana por excelencia, donde el hombre era un noble salvaje hasta que llegó la civilización para convertirlo en una bestia, donde los singes que son la autoridad, no sólo son monos sino que también gangsters. "L'Ivrogne" es lo que dice el título, una canción sobre un tipo que ahoga sus penas en el alcohol. "La Valse a Mille Temps" es una parodia a los valses de salón e insta al que lo escucha a acelerar el vals, o leyendo entre líneas, a meter lo más posible en la vida, a vivir intensamente. Le siguen un 1-2 directo al corazón, primero con "Ne Me Quitte Pas" la cual es probablemente la canción más conocida de Brel, especialmente en su claramente inferior versión en inglés, "If You Go Away". Esta es la canción del amor arrastrado, desesperado por excelencia, ese momento cuando se acaba el amor y uno de los dos promete todo y cualquier cosa por hacer que la persona se quede. Con una lágrima en la garganta diría el Gorrión. El 2 es "Le Moribond" y que algunos puedan conocer en su horrorosa, insípida y tracionera versión en inglés "Seasons in the Sun". Puaj. En esta canción Brel habla desde el punto de vista de un tipo que se está muriendo y le habla a la gente que lo rodea en su lecho de muerte, diciéndoles lo que piensa de cada uno de ellos, con crueldad, honestidad y cariño. El disco finaliza con "Quand on n'a que l'amour", un himno temprano en su carrera y que busca fuerza cuando sólo queda nada más que el amor.
Jacques Brel murió en 1978 a los 49, producto de un cáncer pulmonar que le fue diagnosticado unos pocos años antes. El año anterior había sacado su último disco, muy bueno, en el cual cantó con un solo pulmón ya que le habían extirpado el otro el 76. En los 70 y finales de los 60, decidió retirarse de los conciertos (y lo cumplió, no como otros...) y semi retirarse de las grabaciones para concentrarse en su carrera fílmica, como actor y director. Siempre celoso de su vida privada, está enterrado en Tahití, cerca de la tumba de Gaugin, y alejado de las masas que seguramente convertirían su último lugar de reposo en un lugar de peregrinación. ¡Vive le Grand Jacques!
No existe registro en video de este concierto, pero aquí hay algunos videos de otros conciertos con canciones del disco:
Nunca antes había visto a un cantante interpretar las canciones de esa forma, con esa intensidad. No creo que exista cantante que se precie si no vive la canción, si no la siente como propia, pero lo de Brel es superlativo sin incurrir en la exageración. He escuchado comentar a algunos amigos sobre el hiperbólico y presuntamente disforzado estilo de Jacques, opinión que no comparto en ningún extremo. Basta verlo muy poco tiempo para advertir una ventral y brutal honestidad en su forma de cantar, que estremece, que trepida, que conmueve en su más alta tesitura.
Llevo poco tiempo de conocer a Brel a través del Youtube, sin embargo la admiración que le tengo parece remontarse desde que adquirí placer por la música, por lo bello, por lo sublime de la vida. Así son los artistas. Producen eso. No se necesita demasiado tiempo para saber cuando estamos frente a uno.
Bueno, y lo de Piaf, menos mal que al final recapacitaste, je je je.
Bravo! Es siempre bueno encontrar a alguien que se apasione tanto como yo con este belga inmortal. Cada vez me convenzo más que si tuviera que elegir llevarme la obra de un sólo artista a una isla desierta por el resto de mi vida... eligiría a Jacques Brel. Tendría para llorar, reír, echar de menos y enrabiarme. Gracias por leer la entrada, te invito a que sigas leyendo las entradas.
Nunca antes había visto a un cantante interpretar las canciones de esa forma, con esa intensidad. No creo que exista cantante que se precie si no vive la canción, si no la siente como propia, pero lo de Brel es superlativo sin incurrir en la exageración. He escuchado comentar a algunos amigos sobre el hiperbólico y presuntamente disforzado estilo de Jacques, opinión que no comparto en ningún extremo. Basta verlo muy poco tiempo para advertir una ventral y brutal honestidad en su forma de cantar, que estremece, que trepida, que conmueve en su más alta tesitura.
ResponderEliminarLlevo poco tiempo de conocer a Brel a través del Youtube, sin embargo la admiración que le tengo parece remontarse desde que adquirí placer por la música, por lo bello, por lo sublime de la vida. Así son los artistas. Producen eso. No se necesita demasiado tiempo para saber cuando estamos frente a uno.
Bueno, y lo de Piaf, menos mal que al final recapacitaste, je je je.
Saludos.
Bravo! Es siempre bueno encontrar a alguien que se apasione tanto como yo con este belga inmortal. Cada vez me convenzo más que si tuviera que elegir llevarme la obra de un sólo artista a una isla desierta por el resto de mi vida... eligiría a Jacques Brel. Tendría para llorar, reír, echar de menos y enrabiarme. Gracias por leer la entrada, te invito a que sigas leyendo las entradas.
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