24 de agosto de 2009

Eydie Gormé y Los Panchos - Amor (1964)

"Que las rondas no son buenas, que hacen daño,
que dan pena, que se acaba por llorar"

Mamá Gormé y Los Panchos

En toda familia hay objetos, tradiciones, lealtades, leyes, omisiones, exigencias, etc. que van pasándose de generación en generación y cada una de estas va asumiendo estos legados a su manera, agregando un poco de su propia cosecha a la herencia que dejan a la generación siguiente. Eso también sucede con los discos que encuentras por primera vez a través de la colección de tus padres. Tratas de entender primero qué fue lo que escucharon en ese disco que hizo que lo atesoraran lo suficiente como para adquirirlo (si es que no fue regalado) y luego, si te gusta lo suficiente, empiezas a encontrales a tus padres todo tipo de fallas en su apreciación del disco, que son "poco sofisticados", o que son "muy livianitos", o "demasiado ahistóricos", que son esto y lo otro. Pero no es que estén equivocados, es solamente un claro indicio de que haces propio lo que una vez fue de tus padres.

Mi aproximación al disco invitado fue bastante tardía. Ya en la universidad y luego de una vida entera sólo escuchando música popular en inglés, quise abrirme a otros horizontes musicales y que significó principalmente escuchar música latinoamericana, aunque también jazz y música clásica, pero eso no nos concierne en este momento. En parte me había negado porque encontraba que el pop/rock latinoamericano era demasiado derivativo de los cánones anglosajones, pero esto era sólo reflejo de mi propia ignorancia. Una de mis bandas preferidas hoy por hoy es Café Tacuba (aunque me digan "¡no mames güey, valen callampa!") y mi disco sicodélico favorito es el primer LP de Os Mutantes, una banda brasileña (ya vendrá post para ellos) de los 60 y 70 (aunque ya en los 70 empezaron a ser una banda de jams eternos muy aburrida).

Me acuerdo de una fiesta que se hizo en mi escuela en la universidad, y hubo una sección de la música que fue dedicada al mambo, específicamente a Pérez Prado (quien surgió de la banda de Beny Moré, aún más increíble) y me llamó mucho la atención la sofisticación de los arreglos, la brutalidad de los bronces, como trompidos de elefantes que marcaban el desborde que sostenía e incitaba la banda. No sé si era el insumo intoxicante de turno, pero fue un momento en que me hizo click... ah! y por supuesto era perfecto para bailar. Pero más que Pérez Prado me emocionó una música que pusieron hacia el final de la fiesta, cuando el público se desgajaba, la energía menguaba y los borrachos querían hablar de amores traicioneros. Esta era guitarrera, con varias voces bien cristalinas y varoniles (como diría mi madre), mucho bolero, que un amigo, con una mirada medio incrédula, me explicó eran unos tipos que se hacían llamar Trío Los Panchos.

Mamá Gormé y Los Panchos 2

El Trío Los Panchos se formaron en los 40 en Nueva York con inmigrantes mexicanos y puertorriqueños y sólo después de unos años decidieron ir a instalarse a Méjico. Sus años dorados fueron los 50 y los 60, ya que si bien todavía existe el Trío Los Panchos con integrantes descendientes de los originales, es más bien el mantenimiento de una marca registrada más que una fuerza musical vital. Fueron mundialmente famosos, grabando múltiples discos donde registraron un extenso repertorio de la canción popular latinoamericana, y son especialmente conocidos como intérpretes de boleros. Es cuando están al tope de su popularidad en 1964 que se juntan con una cantante norteamericana de origen ítalo-turco, más bien de segunda línea, llamada Eydie Gormé y juntos graban un disco inmortal.


Eydie Gormé y Los Panchos

Ejemplos de colaboraciones entre músicos que parecen parchados con hilo medio suelto, son verdaderos frankenstein o son simplemente fomes, existen por doquier en la historia. En el papel parecen ser una buena idea pero cuando es hora de sacar el pan del horno está quemado o a medio cocinar. Este disco es ese pan amasado de campo que hacía la Mia Mamma con una corteza crujiente pero que al partirlo, sale el olor humeante que te embriaga los sentidos y de hace cosquillar el cuerpo de los pies a la cabeza y cuando hundes los dientes en su corazón esponjoso, das gracias a los cielos que no hay nada mejor que el pan. Y quieres más. Y quieres más.

Cuando lo escuché por primera vez en casa de mis padres, una tarde de domingo de verano, pasé de escucharlo como un ejercicio de nostalgia a vivenciarlo como una noche en una boite donde la cantante va develando canción a canción la historia de un amor que no tuvo igual, donde la vida es una melodía borboteando de una guitarra, un susurro al oído y un llanto atrapado en la garganta. Todas son canciones que son clásicas del repertorio latinoamericano, pero logran crear versiones que me atrevería decir son las definitivas. ¿Qué se puede decir de un disco que comienza con esa voz masculina medio triste que nos llama: "Atiéndeme... quiero decirte algo... que quizá no esperes... doloroso tal vez". ¡No tienes otra que escucharlo hasta que diga basta! ¿Puede haber una canción de amor más brutal que Noche de Ronda con una letra como la siguiente?: "Luna que se quiebra / sobre la tiniebla de mi soledad / ¿Adónde vas?". ¿Qué es lo que pasa que me perdí tanto tiempo este repertorio tradicional desde que todo es rock? ¿Será porque tiene una melodía hermosa, diáfana y las voces no parecen esforzarse? ¿Le tenemos miedo al virtuosismo sin aspavientos? Esas son las canciones verdaderamente subversivas, como bombón envenenado.

Al escuchar este disco el otro día, me preguntaba qué es lo que hace que el cancionero romántico (pues eso es lo que es este disco, un disco romántico por excelencia) contemporáneo sea tan mediocre y derechamente aburrido, con excepciones por supuesto. En parte estoy seguro que es porque los que nos anteceden llegaron antes a las mismas metáforas, estructuras, melodías y por lo tanto se les puede llamar originales (alguien decía que el que primero comparó una mujer a una flor era un genio, el segundo un copión y el tercero un idiota). Por otra parte creo que está también el tema de la autenticidad (pregúntenle a mi cuñada por Allan Moore), en tanto le conferimos mayor autenticidad a estilos, géneros, artistas que percibimos como de mayor cercanía a una fuente originaria que otorga "pureza" y que en muchos casos para el grueso de la gente (como yo) está perdida. ¿Cuál es el origen del bolero por ejemplo? Me imagino que más de alguno de ustedes me podría hablar de su origen, pero para mí como auditor muy ingenuo lo tengo asociado a lo que he aprendido a través de lo heredado de mis padres y mis abuelos. Pero cuando escucho a Los Panchos tocando sus guitarras y cantando (con una sofisticación enorme y un trabajo técnico depurado) entiendo finalmente por qué: están ahí con Eydie y con nosotros, sin intermediarios, sin exigencias, sin nada que vender ni regalar. Sólo cantar y llorar por dentro.

Mamá Gormé y Los Panchos 3

Debo confesar que con este post hice un poco de trampa, ya que el disco original de Amor no lo tengo, sino que solamente tengo una caja de 3 discos que recopila tanto el disco invitado como "Más Amor" (1965) y otras canciones que grabó Eydie Gormé por su cuenta... pero como el disco me gusta tanto y esta recopilación incluye todas las canciones de este, y como el blog es mío, creí que era una buena oportunidad para compartirlo con todos ustedes. Fue regalo de una prima de mi padre y su marido (el de la prima, no el marido de mi padre...) quienes gentilmente le cedieron su colección... y yo me aproveché! Era que no...

Les dejo con algunos videos que pueden encontrar en internet, para los que no conocen las canciones (cosa que dudo):





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