"Sleeping is giving in,
no matter what the time is.
Sleeping is giving in,
so lift those heavy eyelids."
Cuando tomaba copete, pasaba por etapas en las cuales me empecinaba en un combinado que consumía hasta que agotaba mi gusto por él. En busca de mi media naranja etílica podría describirme (en los primeros lustros de mi 'carrera') como un monógamo en serie, con terminadas bruscas después de los cuales el quiebre era total, y una levantada de cabeza de reconocimiento era el único gesto de contacto. También podía aceptar que otros tuvieran intimidad con estas antiguas parejas, pero no podía aceptar como podían amar algo que les traía dolores de cabeza a la mañana siguiente.
Esta búsqueda siguió por un tiempo pero llegó un momento en el cual la insistencia de la monogamia serial me inclinó a disipar mi sed en lo primero que me llamara la atención, lo que estuviera disponible y que, en lo posible, tendiera a cero peso, sin que realmente me produjera placer lo que estuviera mojando mis labios en el momento. En la noche todos los gatos son negros, toda micro me sirve. Sí, esas ales prodigiosas de Inglaterra y la infinitud de los vinos del mundo es algo que todo ser humano debiera explorar en algún momento de su vida. Pero hasta que me di cuenta que lo que buscaba no era echarle bencina a mi cuerpo por echarle bencina, no fui capaz de ver que tenía que detenerme a disfrutar lo que estaba frente mío. De saber escuchar lo que cada momento pedía, y no sólo tenerlo de música de fondo.
Chile 2004. Leyendo una entrevista a David Bowie en internet. Le preguntan sobre su música favorita del momento y menciona a Arcade Fire. Funeral. Como siempre, busco el disco recomendado por mi gurú en internet, pero no lo encuentro. Lo encargo a mi cuñada quien viaja a Nueva York. Me lo trae, lo recibo en su casa, pero en el viaje de vuelta a la mía lo pierdo. Qué estúpido. Tres semanas después lo encuentro debajo del asiento en un lugar que no miré del copiloto del auto de mi madre. Lo recojo, lo miro y lo pongo en la radio. Comienzo el viaje de vuelta o de ida, no lo sé. Primera canción, segundo verso. Detengo el auto, termino de escuchar la canción. Lo saco de la radio y lo guardo para escucharlo en mi flamante equipo hi fi y así poder recordar esa mágica primera escuchada del disco completo en otras circunstancias. Qué error, siempre recordaré el momento en que detuve el auto para darle el respeto necesario.
En el camino de la pasión por la música, hay muchos momentos en los cuales empiezas a tener la sensación de que caminas en círculos o que los parajes parecen ser muy similares entre sí. Te empiezas a sentir intranquilo y hastiado, no sabes como desandar el camino ni como seguir adelante. ¿Has perdido el rumbo o has perdido la capacidad de ver las entradas y salidas? ¿Has perdido la energía en tus piernas, has desconectado tu corazón de tu cabeza? ¿Has entrado en un trance de sopor y aburrimiento? ¿Sigues andando sin saber qué es lo que te hace mover? No lo sabes, hasta que alguien, algo, te da una señal que estás listo para notarla.
Este disco fue eso, una señal de que mi corazón seguía conectado a mi cabeza, el momento de claridad en el cual dejé de beber música por beber música. Para ser uno que refiere en gran parte a la muerte de familiares de los integrantes de la banda, es una celebración arrojada a la vida, a las personas amadas, al goce de tocar y escuchar música. La instrumentación es variada, la interpretación está al borde del llanto y la risa; el foco va desde la emoción individual a la experiencia comunitaria, en un mundo poblado de extrañas maneras de acercamiento al otro. Es un disco al cual puedes aproximarte desde una posición depresiva o una posición eufórica, pero lo que ves es algo muy parecido: un ente vital y brillante. Muchas bandas habrían intentar seguir los parámetros del disco, pero fallarían en lo más importante (Coldplay incluidos): el alma tras el ropaje y el artificio.
La edición en vinilo la compré en Nottingham, Inglaterra, tierra de Robin Hood y sus secuaces, en uno de los momentos más sombríos de mi vida, alejado de mi vida y la tierra bajo mis pies. Es una ciudad pequeña, con un centro hermoso alimentado de tranvías rodeado de barrios grises e industriales y más allá una naturaleza dominada, salpicada de núcleos verdes salvajes. Si estás en el estado de conciencia apropiado, puedes ver de reojo a la banda de ladrones honorables escondiéndose de las sucesivas oleadas de seres humanos que han sometido al bosque de Sherwood a sus voluntades, faltándole el respeto y quitándole el amor a los fantasmas que lo pueblan. Son los mismos fantasmas que nos invaden desde dentro, son los mismos fantasmas que animan este disco, son los mismos fantasmas que esperan por tí.
Por favor échenle una mirada a los videos en el blog, vale la pena:
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