Espacio, espacio, espacio. Esas son las 3 E que todo aspirante a la inmortalidad musical debe entender desde un principio, sea el extremo que sea: el atiborramiento sensorial de una pieza industrial de Killing Joke, el electro-pop grandilocuente de The Associates, hasta los 4’33” de John Cage. Son los silencios, las graduaciones de volumen de los distintos sonidos y los valores de producción y masterización en el caso de la música grabada, las que le dan la identidad a las piezas musicales, más aún si se trata de una presentación en vivo o una grabación en estéreo bien hecha.
Las famosas Loudness Wars que ya he mencionado, han hecho un daño tremendo a la experiencia auditiva contemporánea, fatigando y estandarizando la innumerable variedad que puede existir en la composición y la producción de un LP o una canción. Todo está arriba al mismo volúmen. En cierto sentido es la vuelta a las grabaciones mono (no tengo nada en contra de ellas, de hecho los primeros discos de los Beatles son más entretenidos en mono), excepto que en vez de perder lateralidad, pierden profundidad. Como si tomáramos al David de Miguel Ángel y lo pusiéramos bajo una aplanadora hasta que quedara plana como un papel. Y lo colgáramos orgullosos en nuestra pared porque ahora cabe en nuestra habitación. Patético. Por favor dejen el impacto de una pieza musical en su capacidad de mover la perilla del volúmen.
Si bien en los últimos 20 años el trazado evolutivo de la música popular anglo, y en menor medida en español (donde predomina la tradición romántica) se ha diversificado tanto hasta el punto de que el tronco primigenio del blues ha sido enlazado con otros troncos como la clásica, la electrónica, las músicas folclóricas, etc, siendo crecientemente simbióticos, todo es posible y nada sopla al olvido permanente a nada más. Hace algunas décadas era muy distinto, existía la posibilidad de establecer un punto de inflexión y de contraste con el medio circundantes. Cuando estalló la movida punk en Londres, y fue diseminada por la isla a través de lo numerosos sellos independientes que brotaron de esta (sin duda la mayor revolución que produjo el fenómeno), esta no llegó al mismo tiempo, ni produjo las mismas reacciones en cada lugar.
En un lugar como Cardiff, capital de Gales alejado del centro neurálgico y considerado por gran parte de la isla británica como un lugar lejano, campechano, parte de la trastienda de la isla, e inmerso en una cultura que ha sido dominada sin contrapeso por los ingleses por más de 5 siglos, emerge un sello independiente llamado Z Block Records, fundamental para que Young Marble Giants pudiera decir, “Hey, sí, no porque seamos galeses y “poco sofisticados” no podemos tomar nuestras armas y unirnos a esta nueva cruzada... pero a nuestra manera”. En consciente contradicción al sonido uniformemente saturado, acelerado y agresivo de las bandas punk de Inglaterra, los YMG, un trío integrado por dos hermanos (guitarra, bajo y máquina de ritmos) y la novia de uno de estos en la voz, deciden apegarse a una precariedad de recursos, donde el bajo es el instrumento melódico, la guitarra un afilado cuchillo a media luz y la voz es la pregonera de la hora subida en una carroza. No son los únicos que desarrollarían un sonido o ethos similar, pero en mi experiencia son los únicos que suenan suspendidos en el tiempo y por lo tanto eternos: los escuchas y no puedes encajarlos exactamente en una época. Algo parecido pensaba Kurt Cobain, probablemente el fan más famoso de la banda galesa.
A primera escucha YMG son bien opacos, hasta medio fomes. Me imagino que en esta apreciación no ayuda el que los escuchemos a la distancia sin el momento histórico de novedad del sonido (por lo menos en el ámbito de la música pop/rock de sellos independientes de la época). Pero esta misma distancia es la que permite que podamos lentamente apreciar las delicias que esconde su obra que, digámoslo, no es para escucharlo en el auto excepto cuando está lloviendo, oscuro y te desconectas del taco a tu alrededor. Es la música justamente hipnótica que te lleva ese lugar zen del cual escapaste cuando tenías 15 años y querías salir a bailar y tirar. Es música para esos días de la semana en que te levantas una hora antes de tu horario habitual y no sabes que hacer con tu tiempo porque no puedes volver a dormir y el sonido de tu despertador es más aterrador cuando sabes que viene y sabes el momento exacto en que vendrá.
En cierta manera, Testcard es un EP que alude de lleno a estos momentos. Editado luego del éxito inesperado de su debut y único LP, Colossal Youth (1980) que perfectamente podría haber sido el motivo de esta entrada, pero decidí que este EP es más interesante y particular a la idiosincrasia del núcleo original de la banda, los hermanos Moxham. Testcard refiera a esos dibujos geométricos de colores que se ocupan para calibrar los colores de una pantalla o cámara de televisión y que, en tiempos inmemoriales (para quienes tienen menos de 25 años) eran usados como imágen estática en los canales cuando prendías tu televisor y no estaban transmitiendo, generalmente además con un constante, agudo e hipnótico sonido de pito. Sin la voz de Alison Statton, se permiten jugar un poco más con las líneas melódicas instrumentales, aunque sin exagerar. Los temas, todos instrumentales, recuerdan a esos temas de los programas infantiles de los 80, o a los programas científicos tipo Mundo al Instante, sazonado con un poco de música de carnaval. Bien inocente y nostálgico, y funciona perfecto como música a deshoras de la vigilia. El soundtrack adecuado a nuestras alucinaciones hipnogógicas e hipnocámpicas.
Nuevamente este EP es de esos vinilos que jamás esperaba encontrar y, francamente, se me había olvidado que existía (tanto de la historia de estos galeses no conocía). Estaba revisando floja y saltadamente una larga serie de 7" y perfectamente podría habérmelo perdido pero el destino me llevo a divisarlo. El nombre Young Marble Giants es muy difícil de obviar, supongo. Tenía el Colossal Youth ya en mi poder y conocía los temas por unos mp3 que había bajado unos años antes. Claro que no se ven tan bonitos como la portada de este EP. He dicho.
Unos temas del disco más otro de Colossal Youth. Si les gusta les recomiendo que busquen a Marine Girls también, con un sonido similar (de ahí saldría Tracey Thorn de Everything but the Girl).