¿Pertenece el humor en la música? Si este es una celebración tanto de la alegría de la vida como de lo absurdo e incongruente, una manera de restarle o anularle el peso melancólico a las tristezas, de derribar ídolos, de quitarle gravedad a las cosas ¿cómo es que nos hemos puesto tan pesados como el molibdeno, que cualquier pieza musical con un tinte humorístico se toma como algo ‘livianito’? ¿Acaso nos olvidamos de canciones tan grandes como Mazúrquica Modérnica de la Violeta, Madeleine de Jacques Brel, Camarillo Brillo de Frank Zappa? Claro, podemos decir que una cosa es la sátira y otra es el humor pueril. ¿Pero cómo es que una canción no puede ser perfectamente pueril? ¿Han escuchado acaso Surfin’ Bird en su versión original de los Trashmen? Es absolutamente imbécil pero brillante en su canalización del caos bacanal, infantil y universal. Perfecta.
Estos dos temas, de los cuales poseo los singles de 7”, son completamente imbéciles, pueriles, pero totalmente deliciosos. No puedo hablar de ellos como placeres culpables, ya que no siento ni la más menor culpa por deleitarme con ellos. Claro, como alguien hace un par de días me señaló al hablarle de esta entrada, está el hecho no obviable de que en el caso de Jordy estamos hablando de un niño de tiernos tempranos años que fue explotado para conseguir dinero... no es fácil olvidar a este pequeño francés cantando en Una Vez Más (¿o era Martes 13?) con Raúl Matas simulando que estaba frente a un gran exponente de la inmortal tradición de la chanson française. A lo mejor es la distancia del crimen el que me permite gozar de este tema, tal como se ha hecho con el diseño de los posters de la ex U.R.S.S. que no olvidemos se utilizó para fines que desembocaron en el genocidio de millones de personas. Menciono este caso y no el Nazi, ya que aparte de grupos marginales, su iconografía no ha sido objeto de grandes revisiones, como fue el caso del deconstructivismo ruso hace poco en la Tate Modern de Londres, por ejemplo.
Por otro lado, el poder disfrutar de ciertas cosas que tienen un origen detestable es algo que hacemos todos los días sin culpas. ¿Seríamos capaces nosotros los humanos no vegetarianos matar y faenar una vaca para comérnoslas, y así evitarles el sufrimiento por el cual pasan las que son objeto de una explotación industrializada? ¿Acaso no usamos ropa, que compramos gustosamente porque sale tan barata, que ha sido fabricada por niños chinos que son esclavizados por padres inescrupulosos (o indigentes)? ¿Por qué compramos CDs de Michael Jackson cuando estaba vivo (nunca lo hice) si no estábamos seguros que en realidad abusaba o no de niños (y así engrosarle las arcas para pagarse los mejores abogados)? ¿Acaso no es el mismo argumento utilizado en contra de la píldora del día después: en tanto exista la duda abstente? Mi punto es que es muy difícil ser completamente coherente con los propios valores y, como dice el dicho, la perfección es el peor enemigo de lo bueno. En mi caso, siendo la colección de vinilos una dulce enfermedad prefiero comprar discos usados, ya que los beneficiados económicante son solamente los vendedores actuales (y de los cuales no sé absolutamente nada). En el caso del single de Jordy, el dinero iba en beneficio de la mundialmente famosa ONG Oxfam que se encarga de projectos en países del tercer mundo, especialmente África.
Un argumento similar se puede hacer con Hot Blood. No podemos olvidar los crímenes en contra de la humanidad que perpetró el lado más comercial de la movida disco en los 70s, entre otras cosas al llevar a cabo versiones anodinas de temas tan inmersos en su género (¿estilo?) de origen, como fue el caso de Heart of Gold de Neil Young a manos de Boney M (a pesar que el disco Niteflite to Venus es una joyita). Por otro lado, es la celebración de otro genocida como lo fue Drácula, victimario de miles de jóvenes vírgenes a las cuales les quitaba la inocencia y las violaba en cierta medida al chuparles la sangre del cuello. Sin duda que el tema pone en foco el lado más sexual de este asesino, poniéndole un beat de base bien caliente y enfatizando el grito de su víctima femenina al final, como cual gemido de orgasmo. Es, en síntesis, una invitación a la liberación sexual de los danzantes de la disco, en un período de la historia en la cual el SIDA no asomaba su cabeza y las enfermedades de transmisión sexual eran curables. ¿Libertad o libertinaje? Qué importa, la canción te hace bailar y reír, más que suficiente para entrar en mi lista de canciones inmortales.